04 may. 2025

Cómo esquivar a la muerte y no perecer en el intento

Por Sergio Cáceres Mercado

Foto: UH Edicion Impresa

Foto: UH Edicion Impresa

caceres.sergio@gmail.com

Poderosas imágenes, poderosa historia. Una vez más Alejandro González Iñárritu nos golpea con la crudeza de la vida. Como en Biutiful, solo la primera escena rompe la linealidad narrativa, luego todo es contado cronológicamente, algo que al principio este director no hacía pues estaba condicionado por los guiones de Guillermo Arriaga. Lo cierto es que sea cual sea el estilo del guion, González hace una gran obra de ella. En este caso es la primera vez que no es un guion original, sino una adaptación de la novela de Michael Punke.

De la maravilla técnica que fue Birdman el año pasado, ahora tenemos otra donde la fotografía y el sonido son y deben ser imponentes para captar la crudeza de un paisaje bello y al mismo tiempo olvidado por Dios. En esa belleza salvaje un hombre se rehúsa a morir, es decir, se niega a hacer lo que es más fácil por esos lugares y en esos tiempos. Estrictamente esta es la trama más simple de toda la filmografía del director mexicano, pues el leitmotiv del protagonista es la pura y dura venganza, tema más que repetido en la historia del cine.

En este sentido pareciera como un retroceso de lo que nos venía ofreciendo en su carrera cinematográfica. Sin embargo, la novedad reside en la fuerza poética con que es narrada tal revancha. Y acá hay que decir que González explora y arriesga, lo que lo hace muy meritorio.

El contexto histórico no debe pasar desapercibido para más de un norteamericano promedio, pues toca situaciones que están muy arraigadas en su imaginario colectivo. Este tipo de temas tocan la fibra más íntima, por lo que no debería extrañarnos que en los Oscar esta realización se lleve varios premios.

El rol protagónico de Leonardo DiCaprio es soberbio; es posiblemente uno de los papeles más exigentes en los que haya participado y ha salido airoso cabalmente. A estas alturas ya no tiene nada que demostrar en cuanto a su calidad como actor. Quién sabe, quizá el tan esquivo Oscar le llegue al fin de la mano de González, y no de su padrino Martin Scorsese. El resto de los actores no se queda atrás en sus interpretaciones, pero hay que decir una vez más que la que se lleva los créditos es la naturaleza, fría, brutal y, al mismo tiempo, indiferente al drama humano.

Tantas escenas memorables tiene esta película, pero yo me quedo con la fuerza de la última, fuerte y espiritual como lo hizo en Biutiful, tan significativa por su ironía y su fragilidad. Una magistral cinta que debe apreciarse en la pantalla grande. Vaya al cine y disfrútela.

Calificación: ***** (excelente)