Por Rubén Penayo
rubenpenayo@uhora.com.py
Imagine que enchufa su televisor y recibe una descarga mil veces mayor de la habitual, que es de 220 voltios. Por supuesto... no podrá contar la historia y un cuadro penoso de achicharramiento y, por qué no, de cenizas es el que quedará, junto a la quemazón de los objetos que rodean a su calcinado cuerpo. Bueno, bajo este peligro es el que viven, de manera diaria, cinco mil personas.
Y ello pese a la existencia de una clara legislación (ver infografía) que prohíbe el afincamiento bajo los tendidos eléctricos de la ANDE de 220.000 voltios, a una distancia del eje de veinticinco metros.
De acuerdo a los registros de la Administración Nacional de Electricidad (ANDE), hay setecientas cincuenta y seis construcciones, entre precarias y de material de cocido, en el área restringida, a la que los técnicos denominan franja de seguridad.
De esta cifra, setecientos veintiocho (el 96,7%) se da en el área metropolitana de Asunción y, casi en su totalidad, se trata de viviendas familiares, con un promedio de cinco habitantes por cada una.
Debido a que los últimos registros son del 2005, los datos del ente estatal poseen entre el ochenta y el noventa por ciento del total. Por ello, actualmente se puede hacer una proyección de entre novecientas y mil construcciones, la que nos da una cifra aproximada de cinco mil personas.
OCUPAR. “Las personas que viven ahí me dicen que algunos políticos en la época que te mencioné (época electoral) les plantean para que ocupen”, sostiene el ingeniero Mario Velázquez, jefe del Departamento de Mantenimiento de Líneas de Trasmisión, al comentar el caso de uno de los asentamientos.
El profesional mira con impotencia y hasta con cierta aflicción el hecho, pues ya lleva diecisiete años en la misma función. Al ensayar una salida, cree que debe haber una acción conjunta del Gobierno nacional con los otros organismos competentes, junto a la ANDE.
Al ser consultado si se trata de una disputa entre técnicos y políticos –en este caso, la ANR es la que maneja el poder central–, apunta que “en realidad, existen todas las situaciones que se pueda imaginar” y hace alusión a autodenominados dirigentes sociales y parlamentarios.
Explica que la “franja de seguridad” existe por los niveles de tensión, de corriente y mecánica de los conductores (los cables), así por el esfuerzo de los metales que sostienen la infraestructura.
“No podemos decir que una persona pueda vivir debajo de esos conductores porque, en algún momento, por algún problema, se pueden desprender, soltar... no se puede permitir que personas vivan cerca de las torres”, dice, de manera pausada, pero firme.
Una extensión de 5 mil kilómetros
En el Paraguay, existen cinco mil kilómetros de extensión de cables que transportan 220.000 voltios. Las redes parten de Acaray, Itaipú y Yacyretá, y al área metropolitana de Asunción llegan siete tendidos con esta potencia, para alimentar las necesidades de electricidad de por lo menos el 80% de la población del país.
Justamente en la zona mencionada vive el 96,7% de personas que están asentadas bajo estos tendidos. De acuerdo a la legislación (Ley 976/82), cualquier construcción debe hacerse a veinticinco metros del eje de las torres.
De los siete tendidos, tres pasan por Coronel Oviedo, hasta llegar a la capital, dos por San Estanislao y otros dos por Misiones, como principales ciudades de referencia.