03 may. 2025

Ciclo vital

Muchas veces despreciado y poco valorado, el trabajo de recolectar materiales para su reciclaje ahorra divisas al país y aprovecha al máximo los recursos del planeta. Vida muestra cómo se desarrolla en Paraguay este circuito productivo y ecológico.

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Revista Vida

A veces empujando, a veces estirando. Así transcurre la mañana de Teresa Valiente, quien desde las 5.00, todos los días, recorre las calles de Valle Apuá y San Isidro, barrios de Lambaré que desanda con su carrito, armado con madera y ruedas de bicicleta de desecho, en busca de lo que la gente considera descartable. Esta trabajadora, con su labor diaria y mientras sobrevive, le da una mano a la economía del país y de paso ayuda al planeta, aunque ella quizás no lo sepa.

Doña Teresa se dedica al reciclaje desde hace 12 años. Tiene seis hijos, y con lo que obtiene a través de su esfuerzo diario puede darles de comer y además “sobra alguito”. Como ella, muchas familias dependen de lo que puedan obtener rebuscando entre los desperdicios y desechos, la basura, de los domicilios particulares.

Los recicladores constituyen el primer eslabón de la cadena que convierte al material de desecho en materia prima para nuevos productos.

Parte de lo recolectado va a parar a industrias locales y algún porcentaje se destina a la exportación. Es decir, reciclar no solo ahorra divisas, sino que las ingresa al país.

“La basura puede ser considerada un desecho y una amenaza según un criterio, o una oportunidad, según otro, si uno le encuentra el uso adecuado”, afirma Jorge Abbate, director ejecutivo de la oenegé Gestión Ambiental (geAm), que desde hace nueve años lleva adelante el proyecto Procicla, una iniciativa para recolectar residuos de empresas e instituciones, entre otros fines.

De qué se trata

Abbate define al reciclaje como volver a usar un producto cuyo destino era ser arrojado a un relleno sanitario o a un vertedero. “Ahorra mano de obra e insumos importados, así como energía y agua, y el hecho de que no vaya a los rellenos sanitarios prolonga la vida útil de estos”, añade.

Pero en el caso de doña Teresa, sus preocupaciones no pasan tanto por el ahorro que genera la actividad para las divisas o los recursos naturales; para ella, lo importante es lo inmediato, lo que le va a dejar, en efectivo, la venta de lo que rescató en su recorrido diario. “Por día saco entre G. 40.000 y G. 45.000, y en una semana, de G. 250.000 a G. 300.000", explica.

Esta trabajadora termina su viaje cotidiano en su casa, hasta donde un intermediario (“un brasileño”) se acerca para comprarle los materiales recogidos; posteriormente, esta persona se encargará de revender a las fábricas los insumos recuperados.

La figura del intermediario se encuentra en el segundo lugar del proceso, aunque no siempre es así, pues el enlace aparece solo cuando los proveedores son los recicladores individuales que no están en condiciones de transportar en cantidad los materiales a los compradores finales.

Doña Teresa también intentó comercializar sus materiales individualmente, vendiéndoselos a grandes empresas como Titán y Tubopar, ambas consumidoras de plástico como materia prima. Pero más tarde descubrió que un intermediario podría aliviarle la tarea de trasladar los productos a las empresas y optó por esta posibilidad.

El proyecto Procicla se constituye en el nexo entre proveedores de residuos y los adquirientes finales. Sus miembros trabajan con grandes empresas y no solo se encargan de recoger los reciclables, sino que también dan cursos para el tratamiento y la disposición de los desechos.

Se trata de una organización sin fines de lucro, que se encarga de retirar los residuos de cada empresa, segregarlos —en su depósito de Luque— y venderlos a las fábricas que demandan los reciclables. Lo recaudado se destina a la financiación del proyecto y de sus actividades.

Abbate aclara que la actividad de la organización no constituye una competencia desleal para los recicladores individuales, ya que Procicla retira los desechos de cada empresa sin interferir con la recolección domiciliaria que hacen los particulares.

La última etapa del circuito es la que incorpora a las fábricas que usan los reciclables como materia prima. Estas empresas reciben los insumos segregados según el material y, de acuerdo a la actividad específica de cada una, los someten a diferentes procesos de transformación para adecuarlos a sus necesidades. El último paso es incorporar esos insumos al bien producido.

Hablando de plata

Desde hace 12 años, Teresa Valiente recorre las calles con su carrito, recolectando lo que la gente considera descartable: plástico, papel, cartón, bolsas, vidrio.

Desde hace 12 años, Teresa Valiente recorre las calles con su carrito, recolectando lo que la gente considera descartable: plástico, papel, cartón, bolsas, vidrio.

Revista Vida

Se puede reciclar prácticamente todo tipo de desechos: cartones, papeles, vidrios, metales. Estos se convierten en materia prima para fabricar objetos similares o distintos, y cada una tiene una cotización propia y fluctuante que se fija de acuerdo a la oferta y la demanda.

“La hoja de cuaderno tiene un precio, la de diario otro y la de la revista otro. La de cuaderno está a G. 1.500 el kilo, la de revistas a G. 500 y la de diario a G. 200. El cartón vendemos a G. 400 el kilo, en general, sin clasificar”, explica Teresa con paciencia de comerciante.

La cotización del plástico depende de si se trata de la botella blanca (“de carey”), la verde o las de cremas de enjuague y champú, que tienen otro precio. “Ahora el (precio del) carey blanco bajó y estamos vendiendo a G. 800, el verde a G. 500 y el soplado, que es el de los detergentes, a G. 2.500. El de aceite está a G. 500, el poli, que es el material de latonas, jarras y baldes, vendemos a G. 700", revela la recicladora.

En cuanto a los metales, por cada kilo de latitas de cerveza, Teresa recibe G. 4.500, y por el aluminio de desodorantes, vasos, cacerolas o jarros, G. 5.000. El bronce se cotiza a G. 15.000 el kilo “pero poco y nada se consigue”. También se rescata el cobre de los cables eléctricos.

Normalmente, los precios de los productos para el reciclaje son oscilantes. “Nosotros nos adecuamos al mercado, te pagan lo que te quieren pagar y esto tiene que ver con la oferta y demanda: de repente falta algún material y sube de precio”, señala Abbate.

Asimismo, según el experto, la cotización del PET (tereftalato de polietileno) bajó a menos de la mitad, porque se redujo la demanda desde el Brasil; lo mismo ocurre con los metales, que ahora están a G. 150 el kilo, cuando antes se cotizaban a G. 500.

El cartón se vende a G. 500 el kilo, una cotización más o menos estable porque tiene una demanda constante. Pero el material que mantiene el precio más firme es el papel blanco, a G. 1.500 el kilo.

“Las bolsas de polietileno, de supermercado, las negras o el plástico stretch, de baja densidad, son la materia prima de las empresas plastiqueras. También los envases de champú y aceite que se venden a G. 300 el kilo; son los más demandados, porque las plastiqueras tienen el 20% de su producción con reciclados. Los que bajaron son los que salen para exportación, como el metal. El vidrio tiene muy escaso valor, te compran a G. 200, G. 220 el kilo”, aclara Abbate.

Compradores

Los materiales recuperados por Procicla son demandados por diferentes firmas, como Coresa, destino de los envases PET, y Plásticos SA, que adquiere los residuos de frascos de champú y los polietilenos de alta densidad, que se usan para envasar los aceites de motores. Plásticos Pai Puku es otro de los compradores.

Los demandantes de cartón son Yaguareté y Corrugadora Paraguaya. Otra firma dedicada a adquirir objetos para reciclaje es Brassur, que utiliza materiales ferrosos y no ferrosos. El vidrio se vende a la Fábrica Paraguaya de Vidrios y a la firma 6A.

De las industrias consumidoras de productos provenientes del reciclaje resalta Cartones Yaguareté, que afirma que el 100% de su materia prima proviene de insumos reciclados. “Tenemos todo tipo de cartón y papel en desuso que se encuentre limpio y con un porcentaje de humedad bajo, por ejemplo, cartones corrugados, cartones impresos, cartulinas, papel diario, revistas, archivos blancos y de colores”, afirman los ejecutivos.

Sus proveedores son principalmente las industrias, ya sean ensambladoras, embotelladoras, tabacaleras y maquiladoras; y los comercios, como supermercados, tiendas y shoppings. También tienen acuerdos con los entes estatales para el reciclaje de sus papeles en desuso.

“Trabajamos directamente con aproximadamente 2.000 recicladores en todo el país, con quienes, en muchos casos, tenemos convenios de responsabilidad social empresarial con los que buscamos optimizar la calidad de vida de nuestros proveedores”, destacan.

Todo lo que produce la empresa, en algún momento puede ser reciclado. La reutilización depende de la calidad de fibra que contiene el cartón en desuso. Normalmente se puede realizar el proceso de reciclaje entre seis y siete veces.

“En nuestro laboratorio contamos con equipos tecnológicos con los que controlamos, en forma rutinaria, si nuestra materia prima es la adecuada para el proceso de producción”, aseguran los responsables de Yaguareté.

Sean de instituciones o de particulares, las actividades centradas en aprovechar al máximo los materiales que habitualmente se amontonan en los rellenos sanitarios, apuntan a mejorar la calidad de vida en el planeta. Es un círculo vital.

Fotos: Fernando Franceschelli/ Gentileza de Cartones Yaguareté.

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Programas a copiar

Crecé Reciclando y Ganá Reciclando son dos programas de Cartones Yaguareté que apuntan a estimular el reciclaje de papeles y cartones en instituciones estatales y en colegios.

CRECÉ RECICLANDO: es un programa de responsabilidad ambiental que tiene como objetivo promover el reciclaje de papeles y cartones en desuso en empresas e instituciones del Estado, ayudándoles a implementar un sistema de reciclaje interno. Participan 65 empresas, organizaciones e instituciones públicas.

Hasta setiembre, las empresas acopiaron 456 toneladas. Gracias al reciclaje de esos materiales, se logró evitar la tala de 6.387 árboles, la emisión de 410.622 kilos de CO2, la utilización de 9.124.940 litros de agua y la ocupación de 912 metros cúbicos en vertederos.

GANÁ RECICLANDO: es un concurso de reciclaje entre colegios de Asunción por el cual se premia a los establecimientos educativos que más papel y cartón acopien durante el año lectivo. Participan 65 instituciones de la capital.

Hasta hoy, los colegios acopiaron 56,877 toneladas. Gracias al reciclaje de esos materiales se logró evitar la tala de 796 árboles, la emisión de 51.189 kilos de CO2, la utilización de 1.137.540.000 litros de agua y la ocupación de 114 metros cúbicos en vertederos.