04 dic. 2023

Cardenal pide unidad contra la impunidad y la corrupción

En este momento que vive el Paraguay, necesita trabajar y construir en armonía la unidad en la diversidad. Para eso se requiere un cambio en nosotros mismos, la conversión, formación de conciencia cívica, capacidad para indignarse y rebelarse contra la corrupción y la impunidad.

Esto expresó ayer el cardenal Adalberto Martínez Flores, arzobispo de Asunción, durante la misa que se realizó en la Catedral Metropolitana por motivo de la festividad de Pentecostés, con la que culmina el tiempo litúrgico de la Pascua y en la que se celebra la venida del Espíritu Santo.

El purpurado sostuvo que nadie debe quedar excluido en esta unidad y que todos pueden aportar desde sus diferencias para buscar y establecer los consensos básicos que requiere el país, con el objetivo de lograr el desarrollo y bienestar del pueblo.

Para que esto ocurra –destacó el cardenal– será necesario un diálogo social amplio que favorezca la identificación y priorización de proyectos comunes que, más allá de las diferencias de intereses particulares, sectoriales, económicos, políticos e ideológicos, permitan alcanzar consensos y establecer un pacto social y político sobre los asuntos que pueden desencadenar los procesos de transformación que necesita la nación.

‘‘Con la ayuda del Espíritu Santo es necesario promover la reconciliación entre los paraguayos, como fruto de la justicia, en su sentido más amplio: justicia en cuanto al pleno funcionamiento del Estado de Derecho y justicia en cuanto al acceso a los bienes y servicios necesarios para una vida digna de cada uno de los habitantes del suelo patrio’’.

Para cambiar lo que está mal y que nos mantiene en el atraso, es condición indispensable que las personas cambien, tengan la capacidad para indignarse y rebelarse contra la corrupción y la impunidad.

‘‘El Espíritu Santo debe ayudarnos a purificar lo impuro; a limpiar y a transformar los corazones, las actitudes y las acciones corruptas. Si nos abrimos a la acción del Espíritu Santo, Él nos ayudará a suscitar equidad donde existe inequidad e injusticia’’, puntualizó.

En Pentecostés, según la tradición, el Espíritu Santo descendió en numerosas lenguas de fuego, dando a cada uno la capacidad de hablar otras lenguas. El papa Francisco, durante su misa en la Basílica de San Pedro, explicó que el Espíritu Santo “no creó una lengua igual para todos, no eliminó las diferencias, las culturas, sino que armonizó todo sin homologar, sin uniformar”.

El arzobispo de Asunción dijo que cuando somos nosotros los que pretendemos la diversidad y nos encerramos en nuestros particularismos, en nuestros exclusivismos, provocamos la división; y cuando somos nosotros los que queremos construir la unidad con nuestros planes humanos, terminamos por imponer la uniformidad, la homologación. ‘‘Para entender y asumir la diversidad, la alteridad, como un valor, es necesario abrirse al Espíritu Santo y hace falta mucha humildad’’.

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