29 dic. 2025

Artistas que inspiraron a sus hijos

Por Rocio Cáceres

Teatreros.  Alejandra y Pablo rodean a su padre y mentor, José Luis Ardissone.

Teatreros. Alejandra y Pablo rodean a su padre y mentor, José Luis Ardissone.

rcaceres@uhora.com.py

Está claro que el arte se lleva en los genes y muchos son los artistas que han transmitido su pasión por los escenarios a sus retoños, como es el caso de Quemil Yambay y José Luis Ardissone, que inspiraron a sus hijos a seguir sus pasos profesionales.

El apellido Yambay seguirá siendo sinónimo de música, y el Ardissone de teatro, pero esta vez gracias a sus hijos Ulises y Chahian Yambay, y Pablo y Alejandra Ardissone. Ellos ya son padres también y sus hijos se inclinan hacia el arte, por lo que todo parece indicar que la tradición se alargará por otra generación.

“Yo me siento muy feliz y muy bien porque mis hijos siguieron mis pasos”, comenta don Quemil, al tiempo de rememorar con orgullo que sus dos hijos varones comparten su pasión por la música y se dedican a ello; incluso ya compartieron escenario con él. “Ulises cuando tenía 8 años ya actuaba conmigo (...) y Chahian desde los 5 años ya cantaba”, cuenta.

Como artistas compartieron muchos momentos emocionantes, pero don Quemil recuerda muy especialmente uno, “para mí fue muy emocionante cuando Ulises debutó en el arpa en el Luna Park de Buenos Aires, la gente vibraba, silbaba, tiraba todas las sillas”, rememora.

“Mamé la música (...), pero nunca hubo presión y siempre fuimos libres de escoger lo que queríamos hacer”, comenta Uli, que en un momento de su vida se dedicó al fútbol, pero luego de unos años volvió a su primer amor: la música. “Si me preguntás qué quiero que sea mi hijo, te diría futbolista, pero ambos, Aramí (16) y Quemilcito (6), se inclinan hacia la música”.

Ulises no actúa con su padre, ya que su género musical es diferente, pero ya tiene su espacio ganado en el arte con su grupo Retrocumbia, que fundó hace 15 años. “Ser hijo de Quemil es una gran responsabilidad porque la gente siempre espera mucho, llevando este apellido tenés que hacer todo bien, sí o sí”, dice y comparte una anécdota. En una ocasión por un problema mecánico se atrasó para una presentación y la persona que lo contrató le reclamó: “emotî nde tuápe (le avergonzás a tu padre). “Eso nunca lo olvido”, sostiene Ulises.

Para Chahian también significa mucho ser hijo de un grande. “Es una carga bastante pesada pero muy cómoda a la vez, yo prácticamente no tuve necesidad de buscar oportunidades en otros grupos, ni en otros estilos. Como digo siempre, ‘yo juego el partido de local’”, comenta el músico, que integra el grupo de su padre. “Siempre estamos juntos”, agrega.

Así como sus padres hicieron, Chahian dejará que sus hijos, Jalil y Fares, escojan libremente qué hacer, pero le gustaría que sean músicos. “Es una actividad muy ingrata, pero a la vez te da muchas satisfacciones”, puntualiza.

Marca registrada. En la familia Ardissone actuar nunca fue una imposición, pero inconscientemente los cinco hijos de José Luis en algún momento actuaron o están involucrados en Arlequín Teatro, compañía que el patriarca de la familia fundó hace más de tres décadas.

Dos de ellos, Pablo y Alejandra, escogieron el teatro como profesión y hoy tienen su espacio ganado en la actuación y dirección.

“Tener a mis hijos cerca en esto que es mi pasión, es una satisfacción muy grande, y ojo que jamás les dije: ‘ustedes tienen que hacer teatro’, todo partió de ellos, fue una cosa muy natural, crecieron en este medio y así se fue dando”, cuenta orgulloso don José Luis, quien asegura que “para un padre que los hijos lo acompañen en esto que es la pasión de uno es realmente un goce y un placer, una satisfacción muy grande”.

Sobre la relación en el escenario, el papá Ardissone cuenta que es muy profesional. “Cuando los dirijo trato de exprimirlos lo máximo que puedo, porque sé que son capaces de hacer lo mejor”, cuenta orgulloso José Luis.

Pero cuando son compañeros de reparto, deja todo a manos del director. “Compartir escenario con mis hijos es muy especial. Hicimos una obra que fue escrita para nosotros tres, que se llamó Reproches a la putanezca, yo era el padre y ellos los hijos”.

En este momento ensaya con Pablo la obra La última sesión de Freud (Freud’s last session), en la que “se producen discusiones que no se ven normalmente en la vida cotidiana, y a lo mejor es un escape”, dice entre risas.

Para Pablo, que también es padre, tiene tres hijos: Renato, José Luis y María Grazia, es muy emotivo compartir la pasión de su padre. “Yo lo primero que recuerdo del teatro con ciertos detalles es Esquina Peligrosa en el año 76, y desde entonces mi vida giró alrededor del teatro. Siempre quise hacer teatro (...); ahora se repite la historia, mis hijos se crían en el teatro, ven muchas obras y los varones en algún momento ya actuaron”, cuenta.

Lo que Pablo más admira de su padre es “su disciplina y perseverancia, la historia de Arlequín no podría durar lo que duró si no fuera por eso”.

Pese a vivir toda la vida en el ambiente, Ale al principio no se animaba a actuar. “Era demasiado tímida, estudiaba baile clásico y allí me sentía segura en el escenario, siempre estaba con mi mamá en la transtienda”, recuerda.

Con el tiempo perdió el miedo y se decidió a probar, “Me animé tarde, ya casada y con hijos, algo me pasó interiormente y dije voy a probar”. Y desde entonces ya no pudo resistir los deseos de volver a subir a la tarima. Pese a ser hija del director, se inició con papeles pequeños y luego llegó su primer protagónico. “Fue en la obra Palma del petit boulevard al Lido Bar y a partir de ahí hice varias obras”, cuenta.

Compartir escenario con su papá para Alejandra “es estar como en casa, muy a gusto porque soy muy responsable con todo lo que hago y con papá, las cosas son así”.

Para celebrar el Día del Padre, hoy los Ardissone invertirán los roles y cocinarán para José Luis. “Hoy la comida la preparamos nosotros”, dice Alejandra.