Apuntes de paciente

Luis Bareiro – @Luisbareiro

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Foto: Archivo.

Soy uno de los afortunados ciudadanos pos-Covid, enfermé y me curé sin mayores contratiempos. Soy parte del ochenta y pico por ciento que sana sin tener síntomas o presentando apenas síntomas leves. En mi caso, una congestión de tres días. Mi única medicación fue una pastilla de paracetamol. Por supuesto que en el desarrollo y el desenlace de la enfermedad hay un componente de azar, no es matemáticas. Pero, si hablamos de probabilidades, es mucho más alta la posibilidad de que se presenten determinadas circunstancias ante las cuales me gustaría aportar algunos comentarios desde mi experiencia como paciente y la opinión de algunos de los mejores médicos del país.

La primera reacción natural cuando uno se entera de que se contagió es sentir miedo. Hoy todos tenemos un amigo, familiar o conocido que enfermó, la pasó terriblemente mal o murió por Covid. Y no pocos llegaron a ese desenlace fatal arrastrando además a toda la familia a una quiebra económica. Así, pues, nada más natural que tener miedo.

Para vencerlo, lo mejor es aferrarse a la información autorizada de los médicos. Tengo el privilegio de contar con el consejo de uno de los clínicos más respetados del país, el doctor Carmelo González. Compartiré con ustedes lo que fue el seguimiento telefónico de Carmelo que me permitió salir del proceso.

Lo primero es tener rápidamente el diagnóstico de la enfermedad. Sabemos que el Estado es una pesadilla en todo lo que sea cobertura de salud, y hacerse el hisopado y tener el resultado desde lo público a veces lleva demasiado tiempo. Si pueden, es mejor gastar de entrada y tener un resultado rápido que esperar y arriesgarse a complicaciones que terminarán costándonos mucho más.

La detección rápida permite hacer un seguimiento eficiente de cómo evoluciona nuestro cuerpo, y esa es la clave para reducir el riesgo de complicaciones. Y acá voy a la sabiduría de Carmelo. De entrada, me pidió tener a mano un termómetro y un oxímetro para medir la temperatura, el nivel de oxígeno en sangre, una hoja y lápiz de papel. Encerrado y solo en mi pieza, mi función era ver cómo evolucionaban esos datos y tomar apuntes, cuatro veces al día.

Nada de ivermectina ni de ninguna otra receta mágica, me dijo. Es un virus y es tu sistema inmunológico el que tiene que desarrollar los anticuerpos para controlarlo; nosotros nos limitamos a seguir su evolución. Caminá veinte minutos, aunque sea en el patio, y hacé ejercicios de respiración. Y seguí tu nivel de oxígeno. Si baja, vemos qué hacer. Simple, escueto y directo.

Otro gasto necesario. Una imagen del pulmón al empezar y un análisis de sangre que se puede repetir al tercer o al quinto día. Comer bien, mucha agua y seguir el nivel de oxígeno. Si hay síntomas de fiebre, dolores corporales o tos se combate con medicación tradicional, analgésicos y antifebriles. Eso fue todo.

Repito, en más del ochenta por ciento de los casos, esta es la evolución natural. En un diez o quince por ciento, el cuerpo requiere de algún refuerzo. La clave es que sea el medicamento adecuado (no necesariamente el más caro) y en el momento oportuno, y eso solo lo puede saber el médico que sigue la evolución del paciente.

Si el nivel de oxígeno está bajando gradualmente, no hace falta llegar a situaciones extremas para intervenir. De acuerdo con los responsables de los principales hospitales públicos, su problema mayor es que los pacientes llegan cuando ya están graves. En opinión de Carmelo y otros especialistas, el Estado debería facilitar el acceso de los pacientes al aparato para medir el nivel de oxígeno, y montar un sistema que permita seguir su evolución por teléfono.

Hasta que lleguen las vacunas, la mejor estrategia para intentar controlar la pandemia es reducir el número de pacientes que necesitan hospitalización, haciéndoles un seguimiento temprano. Diagnóstico rápido, oxímetro y seguimiento médico a distancia. Se puede y es más barato.

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