El cirujano plástico Mariano Ávila Duarte posteó en sus redes sociales su testimonio con la Virgen de Caacupé. “Una vez más me fui al encuentro con la Virgen de Caacupé, con quien creo tener un vínculo muy especial y puedo dar fe, no sé si llamarle milagro, pero sí puedo decir que te ayuda en momentos en los que uno necesita”, comenta.
El mismo cuenta que hace como 25 años estaba en el segundo año de residencia en el Hospital del Cáncer y hacía guardia en un Sanatorio de Caacupé porque el sueldo de residente no le alcanzaba. Al día siguiente, temprano, él tenía que estar de nuevo en el Hospital del Cáncer operando. “No sé cómo hacía para llegar, ya que me manejaba en micro, con gallinas, chanchos, cabras, olores, colgado, y otras situaciones no tan agradables”, relata. Además tenía un problema personal con el jefe de residentes que no lo dejaba casi operar, siendo que esa es la única forma de aprender. “Había empezado ya el segundo año,; operé muy poco, no tenía seguridad, no me animaba por tanto a hacer casi ninguna cirugía cuando los otros residentes estaban bien adelantados; ganaba miseria, no tenía chances de salir a formarme o hacer la especialidad en el extranjero”, explica. Mariano es huérfano de madre desde los 7 años y no tenía muchos recursos para buscar un mejor futuro. Esa noche, en el Sanatorio de Caacupé se durmió pensando en todas sus trabas hasta que se le aparece en sueños la Virgen de Caacupé. Esta le brindó consuelo y seguridad. “Apareció en una esquina un fuerte brillo y surgió la Virgen de Caacupé. Me dijo que tenga confianza en mí y en ella, que opere, ya que iban a salir muy bien las cirugías y me iba a ir bien”, cuenta el cirujano. “No sé si fue solo un sueño, si fue sugestión o como quieran llamarle... Solo sé que realmente a partir de ahí tuve cierta facilidad y fluidez en las cirugías, conseguí salir a San Pablo, Brasil a hacer mi residencia y operar muchísimo, llegando con una mano adelante y otra atrás y llegar a vivir en el mejor barrio de allá y operar en varios de los mejores lugares”, recuerda emocionado. Desde entonces, Mariano Ávila va cada año en bicicleta a agradecer a la Virgen de Caacupé, su apoyo.