El Programa Tekoporã de Transferencia Monetaria con Corresponsabilidades, vigente desde el 2005, tiene el propósito de asistir económicamente a aquellas familias que se encuentran en situación de extrema pobreza para que puedan al menos solventar sus gastos de supervivencia inmediata a cambio de cumplir exigencias expresamente establecidas.
Su objetivo general es mejorar la calidad de vida de los carenciados en grado extremo haciendo efectivo el acceso a salud, educación y alimentación. Actualmente, alrededor de 150.000 personas son beneficiadas con aportes bimensuales.
El sano propósito, sin embargo, es bastardeado por corruptos que contando con recursos propios suficientes para afrontar las erogaciones que demandan la educación y la atención de los hijos, así como la alimentación, se han estado beneficiando indebidamente de las asignaciones.
El MDS detectó en diversos departamentos 430 beneficiarios que no deberían estar en sus listados, pues cuentan con medios económicos que pudieron ser detectados a simple vista. Esa cifra es tan solo provisoria, pues las investigaciones continúan.
Es evidente que aquellas personas inescrupulosas, insensibles y corruptas que se apoderaron en forma irregular de fondos destinados a pobres extremos han tenido que contar con la complicidad y el amparo de funcionarios del MDS y las municipalidades locales para acceder a beneficios para los cuales no calificaban, de acuerdo a su Índice de Calidad de Vida (ICV) medido por parámetros objetivos.
Lo que está a la vista de la opinión pública amerita suficientemente que el MDS, tras sacar de sus listados a los irregulares, haga una denuncia ante la Fiscalía para que se realicen las investigaciones pertinentes.
Cae de maduro que entre las medidas a tomarse tendrá que estar la devolución íntegra del dinero del que se apropiaron, al margen de las disposiciones legales así como el castigo a los que mintieron y a sus cómplices.
La lección que tiene que aprender de todo esto el MDS es que sus controles deben ser más estrictos. Lo ocurrido demuestra que cuenta con eslabones débiles por los que se filtran los corruptos para perpetrar sus transgresiones a las normas establecidas.
El Programa Tekoporã es un paliativo de los agudos problemas sociales y debe ser cuidado celosamente para que cumpla su función llegando a sus verdaderos destinatarios y no a impostores sinvergüenzas que encuentran cómplices que los apañan. Es de esperar que el MDS haya aprendido la lección.