18 abr. 2024

A 65 años del estreno de la primera zarzuela paraguaya

En 1956 se estrenó la primera zarzuela paraguaya, La tejedora de ñandutí, de Juan Carlos Moreno González y Manuel Frutos Pane, inaugurando un género musical lírico-dramático que se constituyó en un fenómeno cultural.

María Gloria Báez

Escritora

La música de la primera zarzuela paraguaya está dedicada por el autor a su madre, doña Rosario González Filisbert, en las siguientes palabras: “Se llamaba Rosario; era bella y grande de alma; llenó de cantos mi corazón, construyó mi espíritu y mi vida: Era mi santa madre, Rosario, y en su homenaje ha sido escrita esta partitura”. Así lo escribió Juan Carlos Moreno González, según consta en el álbum Juan Carlos Moreno González, la sencillez de un grande, con texto y recopilación de Rodolfo J. Gómez Moreno.

No había pasado desapercibido, tanto por el dramaturgo y poeta Manuel Frutos Pane (1906-1990, a 115 años de su nacimiento) y el compositor, intérprete del piano y docente, Juan Carlos Moreno González (1911-1983, a 110 años de su nacimiento), la siempre fervorosa acogida del público paraguayo que tenían las puestas teatrales, muchas de ellas zarzuelas, por compañías españolas que cada tanto llegaban al Paraguay. Compañeros en la Honorable Cámara de Representantes de la Nación, fueron madurando la idea de crear zarzuelas, adaptadas a la cultura de nuestro pueblo.

El diario El País, en fecha 08 de agosto de 1956, menciona: “Los artistas nacionales participantes en la primera comedia lírica paraguaya original… están realizando un encomiable esfuerzo para que sea estrenada. Juan Carlos Moreno González y Manuel Frutos Pane, autores de la primera zarzuela paraguaya, han logrado sin duda alguna un nuevo laurel para el arte nacional”.

Fue en la noche del día martes 14 de agosto de 1956, a las 21:00, en conmemoración del 419 aniversario de la fundación de la ciudad de Asunción, que se estrenaba la primera zarzuela paraguaya La tejedora de ñandutí, con música de Juan Carlos Moreno González y libreto de Juan Manuel Frutos Pane.

Realizada en el Teatro Municipal Ignacio A. Pane, a la cual concurrió un público entusiasta, tuvo una acogida de gran éxito.

La primera función, abierta a todo público, fue al día siguiente del estreno. Las puestas eran diarias en esa época, de lunes a domingos, en Matinée (16:00), Familiar (18:00) y función Noche (20:30). De gran esfuerzo, agotador para algunos roles como el de Rosalía, fue incorporada una joven de gran talento, soprano ligera, quien… “ya había dado muestras de su excelente capacidad vocal en conciertos y galas musicales. Nos referimos a Perla Josefina Zarza Tuffari (1937), conocida en el ambiente artístico como Kikina Zarza”.

A 65 años, evocamos la memorable función, mencionando a grandes exponentes y formadores de generaciones en el arte nacional en un justo y merecido homenaje, consagrados artistas como ser (tal cual figura en el programa del año 1956): el Maestro Concertador y Director General, don Carlos Basterreix. Directores de escena: Fernando Oca del Valle e Isis de Bárcena Echeveste. Director de orquesta, Carlos dos Santos; director musical, Juan Carlos Moreno González. Las profesoras Princesa Nadine Tumanoff en canto, y Gemma Frangioni en danza. Francisco Torné Gavaldá, director escenógrafo, y Ernesto Báez, asistente de dirección. Elenco de la Compañía de Comedias del Ateneo Paraguayo; Coro Polifónico del Centro Cultural Paraguayo-Americano; Orquesta de la Asociación de Músicos del Paraguay y la Academia de Arte Lírico.

En el escenario, por orden de aparición, en el papel de Rosalía: Aurelia Camihort de Lofruscio; Labrador 1º Mario Prono; Labrador 2º Alberto Lares; Labrador 3º Adolfo Cuéllar; Don Fernando: Amador García; Miguelito: Ernesto Báez; Gonzalo: Frank Samson; Teresa: Azucena Zelaya; Doña Lucía: Ethel Stark; Pilar: Ninica Segura; Don Matías: Leandro Cacavelos; Juan León: Rafael Arriola; Criada: Miriam Digalo; Lola: Emigdia Reisófer; Pepa: María Elena Sachero; Caballero 1º: César Castelt; Caballero 2º: José Cuéllar; Soldado Martínez: Carlos Franco (Diario La Tribuna, 16 de agosto de 1956).

UNA PUESTA HISTÓRICA

Aún se conserva la grabación de la première de gala; es así que podemos apreciar las voces de aquella puesta histórica.

Clasificada en lo que se denomina “zarzuela grande” (pieza completa en tres actos), La tejedora de ñandutí consta de un prólogo y tres actos.

Ambientada en la época de don Carlos Antonio López (1844-1862), transcurre entre Asunción e Itauguá. La obra describe la historia de la joven, sencilla tejedora de Itauguá, Rosalía. Ella, enamorada de Gonzalo, proveniente de Asunción y quien le correspondía, es cotejada por otro joven de su pueblo, Juan León. La madre de Gonzalo, doña Teresa, se opone a la relación de su hijo con Rosalía, a quien desprecia por ser campesina, pero aprueba y favorece el noviazgo con Pilar, doncella aristocrática de Asunción, por intereses económicos.

Tanto la madre de Pilar, doña Luisa, como doña Teresa convencen a Rosalía de dejar a Gonzalo. Ambas familias realizan un viaje a Itauguá para asistir a la fiesta de la zafra, y aquí es en donde se definen las situaciones. Juan León conquista a Pilar, y Rosalía se casa con Gonzalo.

A través de personajes populares, diálogos, música y coloquialismos Moreno González y Frutos Pane dan inicio a un nuevo género en el arte paraguayo. Seguirían otras zarzuelas creadas por ambos autores, cuyas puestas fueron tan exitosas como La tejedora de ñandutí. Ambientada en el Paraguay ofrece un discurso de identidad nacional, el cual se destaca por la integración de una serie de danzas folclóricas y formas musicales. Cuentan historias de amor, fortuna, pérdida y triunfo, todo mientras fusionan las influencias artísticas que se encuentran en nuestro país con el sabor y la sensibilidad paraguaya.

“La música escrita para La tejedora...., evidencia el talento creador de Moreno González y lo señala como uno de los más exactos intérpretes del sentir de la música autóctona. Por otra parte, el tema escrito por Frutos Pane, sencillo, pero profundamente emotivo, trasunta una imagen fiel de las costumbres y los sentimientos de nuestro pueblo de a mediados del siglo pasado”, decía el diario El País, en fecha 08 de agosto de 1956.

UN RESCATE DE LA TRADICIÓN

Abrazando el futuro, preservando nuestro pasado. Esta expresión musical, estrechamente vinculada al hondo sentir de los paraguayos, ha tenido amplia acogida social.

La zarzuela paraguaya hace referencia a las tradiciones de nuestro pueblo. Constituye a su vez un patrimonio intangible que muestra nuestro ser nacional, da forma a la identidad de nuestro país.

Es importante que las nuevas generaciones conozcan y valoren estas obras, que han sido creadas e interpretadas en nuestro medio. Con el pasar del tiempo, se las ha ido marginando, adoptando nuevos ritmos musicales extranjeros, dejando atrás a este género musical, el cual guarda en sus letras y música nuestra heredad cultural; desconocen totalmente el mismo, así como su valor histórico-cultural. Grandes artistas por medio de incontables esfuerzos, nos han dejado su aporte al acervo cultural de nuestra nación. Valoremos y ubiquemos en el prominente sitial que corresponde.

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