Miguel comenzó a perder la vista a los nueve años. Desde ese momento, varias fueron las escuelas que le cerraron las puertas. Los justificativos de los directivos de instituciones educativas suelen ser los mismos. Que no aceptan a “este” tipo de chicos. Que “no están preparados”. Que no tienen “maestros sombra”. Hasta que un director decidió matricularlo en la escuela subvencionada que lidera en Barrio Obrero. Pese a los mitos y dudas, el director dijo que sí.
Luego fue un trabajo comunitario. El director abrió las puertas, los docentes hicieron el esfuerzo de adaptar sus clases y los padres aportaron un computador y el conocimiento sobre su hijo. Tiempo después, Miguel giró por el mundo con la Orquesta de Reciclados de Cateura, donde también le abrieron las puertas.
Conoció a Hetfield, Ulrich y compañía e incluso fue telonero de Metallica en su venida al país. Además, fue el mejor egresado de su promoción en el colegio. Próximamente estudiará Ingeniería Informática en la UCA, como uno de los beneficiarios de las becas de Itaipú. El director de una escuela le cambió la vida con una palabra: Sí.
Otra experiencia motivadora se da en la escuela Nuestra Señora de Schoenstatt de Fernando de la Mora, donde hay 18 estudiantes con discapacidad incluidos plenamente en todo el proceso escolar. Los chicos no solo van al centro educativo para hacer acto de presencia. También bailan en los actos artísticos, leen en la formación y participan activamente en las clases. Los profesores de este local aseguran, sin discursos preelaborados, que la experiencia les brindó la mejor capacitación.
El Estado debe garantizar capacitaciones, materiales de apoyo y mejores condiciones para los docentes. Por otro lado, hay un factor muy fuerte para lograr la inclusión en las escuelas. Es el actitudinal. Investigadores del área, como el español Ignacio Calderón o la experta chilena Pamela Molinas, hablan siempre de esta “herramienta”.
Indican que la actitud es vital, más allá de los textos, adecuaciones y rampas que pueda tener un establecimiento educativo. Hay que considerar que según los últimos datos del MEC, hay 12.000 alumnos con discapacidad registrados, es decir, poco más de un estudiante por cada centro.
Lastimosamente, como cada año, surgieron denuncias apenas comenzaron las clases en todo el país. La discriminación que familiares reclaman tiene que ver con la no matriculación o inscripción de sus niños en escuelas en todas sus modalidades. La Ley Nº 5136/13 de educación inclusiva es clara. En su artículo 3 establece que deben hacerse efectivos los principios de inclusión de todos los alumnos con necesidades específicas de apoyo educativo. Será general y obligatoria, en instituciones educativas de gestión privada, privada subvencionada y oficial.
Historias como las de Miguel o de Schoenstatt pueden, y deben, servir de inspiración a educadores, para hacer de la inclusión una realidad en las 10.000 escuelas del país.
