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Desde Lassie, las historias que tienen como protagonistas a perros en situación de mascotas tienden siempre a tocar la sensibilidad del espectador. Los antecedentes más inmediatos son los de Marley y yo y Siempre a tu lado, que más de una lágrima arrancaron en los que las vieron.
Ahora se ha estrenado La razón de estar contigo, y se percibe al instante que la finalidad de la película es también conmover. A diferencia de las mencionadas, esta no está basada en hechos reales, sino en una novela de Bruce Cameron.
Aunque tiene momentos dramáticos, en realidad es una comedia. Ya la técnica de dar una voz en off al perro indica que tendremos varios momentos simpáticos, ya sea por su forma de relatar las cosas que le suceden o por su perspectiva perruna de ver el mundo de los humanos. Y, efectivamente, los momentos para reír son muchos, por lo que estamos frente a una excelente excusa para entretenerse y pasarla bien viendo la historia de un perro que va reencarnando en distintas razas y pasando de ese modo un montón de aventuras.
No importa desde cuándo reencarna el perro, por qué lo hace y cómo, sino el propósito de su vida. Al menos es lo que él mismo se pregunta en uno de los pocos momentos de profundidad de la película. Los años y la experiencia obtenida a lo largo de tantas reencarnaciones le dan la respuesta: su propósito es pasarla bien junto al ser humano que le toque como dueño. Quizá la respuesta es obvia, pero si un perro puede pensar eso, ¿por qué los humanos no podemos cuestionar nuestro propósito en este mundo?
Técnicamente está muy bien hecho, teniendo en cuenta lo que implica filmar con animales, aunque estamos ante distintas razas de perros, lo que, por cierto, muestra cierto elitismo hacia aquellos que no tienen pedigrí ni esas otras estupideces con que los humanos diferenciamos a nuestras mascotas.
A pesar de su efectismo lacrimógeno, es una película para pasarla bien con los niños y otros de la familia que aman a los perros. Lleve su cajita de pañuelos y disfrute.
Calificación: *** (buena)