Cuatro familias paraguayas viven desde hace meses en la incertidumbre. El EPP tiene secuestrados a sus familiares: Edelio Morínigo, 942 días; Abrahán Fehr, 543; Franz Wiebe, 189, y Félix Urbieta, 111 y el Gobierno no solamente no hace nada para lograr la libertad de estas personas, sino que además fija su atención en otro tema: la reelección.
El presidente Horacio Cartes pisoteó cada una de sus promesas. Primero dijo que el EPP no le iba a marcar la agenda, y después se desentendió de las víctimas de este grupo criminal.
Cartes también aseguró que no estaba detrás de la reelección, pero no pasó de la retórica. Muy pronto se le vio la hilacha y la prueba está a la vista de todos: los colorados no hablan de otra cosa que no sea la reelección.
Cartes está embarcando al país en una peligrosa cruzada pro enmienda constitucional para lograr la reelección, a sabiendas de que nada menos que la Constitución Nacional, en el artículo 290, no lo permite: “No se utilizará el procedimiento indicado de la enmienda, sino el de la reforma, para aquellas disposiciones que afecten el modo de elección, la composición, la duración de mandatos o las atribuciones de cualquiera de los poderes del Estado o las disposiciones de los capítulos I, II, III y IV del Título II, de la Parte I”.
Dentro del marco de la ley más importante del Paraguay no es posible establecer la reelección vía enmienda constitucional, ni siquiera presentando las firmas de todo el Cementerio de la Recoleta.
Y como si el hecho de pensar en quebrar la institucionalidad de la República no fuera suficientemente grave, el Gobierno presidido por Horacio Cartes está descuidando la administración del país, esto es, no resuelve los más importantes y urgentes problemas.
Además del EPP, que opera en el Norte, y aterroriza a cientos de familias trabajadoras, el resto del país vive en estado de alerta. No pasa un solo día sin que no se tenga noticia de algún hecho delictivo que afecta a un ciudadano: los robos de celulares están a la orden del día y la gente se siente abandonada e insegura.
En cuanto a las materias sociales, la reelección le arrebató el espacio necesario a la educación y la salud en el debate político. ¿Sabemos acaso en qué condiciones se encuentran las escuelas? ¿Estarán seguros los niños paraguayos en las escuelas en este 2017? Y en términos de salud pública, ni la atención es eficiente ni los insumos son suficientes, por eso siempre hay reclamos.
El Paraguay no puede seguir secuestrado en un debate que interesa solo a un sector de la realidad. Es hora de que vuelva a imperar la razón, antes de que el daño a la institucionalidad del país sea mayor.