Sergio Cáceres Mercado
Dentro de un gran episodio de la Segunda Guerra Mundial conocido como El Milagro de Dunkerke, Christopher Nolan elige cuatro situaciones para narrar en forma coral su idea cinematográfica de aquel hecho histórico. Un trío de soldados intentando salir de la playa, un grupo de pilotos que desde el aire combate a los Stukas, un comandante coordinando la evacuación y una familia de civiles que se propone rescatar con su pequeño bote la mayor cantidad de soldados; desde estas perspectivas el director aplica su gran talento para recrear el suspenso, ayudado por una banda sonora inmejorable.
Para captar la envergadura de la operación, la fotografía de esta superproducción logra tomas espectaculares. El mar que está entre las dos costas, Francia e Inglaterra, y el gran despliegue de buques y soldados es el escenario de un drama bélico que de las amplias imágenes baja a la visión de un puñado de personas que son testigos de lo ocurrido.
Sin embargo, es cuando los protagonistas aparecen donde se percibe el verdadero drama. El olvido que Nolan evidencia sobre muchos aspectos históricos de aquel suceso, en parte es explicado por esta técnica coral con pocos participantes. Si tenemos en cuenta que no es un documental, podemos rescatarlo como un gran portento cinematográfico, un trabajo muy personal de un director que tiene su estilo y que, esta vez, le agrega un sesgo patriótico comprensible. Es la primera vez que Nolan deja la ficción para meterse con “hechos reales”, y no lo hace nada mal. Esta no es solamente una película bélica, sino que es un representante del cine total, donde la fotografía, la música, los efectos especiales y las actuaciones se fusionan con el talento de un guionista y director para contarnos con su particular visión un célebre hecho del siglo pasado. En este sentido hay que aprovecharla y verla en pantalla grande. Un verdadero lujo.
Calificación: *****(excelente)