Como si ya no fuera sorprendente que el director de un hospital público caiga preso por dedicarse al microtráfico, ahora no termina de asombrarnos la noticia de que el funcionario retomará sus funciones, apenas recupere su libertad, porque siempre se ha desempeñado responsablemente.
Hugo Gutiérrez, director de la XVII Región Sanitaria, considera –según publicaciones de prensa– que el director del centro de salud de Carmelo Peralta (Alto Paraguay) tiene un legajo profesional sin observaciones y que, además, el episodio con las drogas no fue en horario de trabajo.
Para recordar: al médico Vera lo detuvieron en la casa que alquila en la localidad brasileña de Puerto Murtinho, situada frente a Carmelo Peralta, cruzando el río Paraguay. Los policías brasileños llegaron hasta la vivienda del médico, luego de que un ciudadano brasileño cayera con droga y diera la pista de quién le había proveído la sustancia. En la casa de Vera hallaron pasta base y crack, según la información publicada por los medios.
Todo esto aumenta el nivel escandaloso del caso, puesto que es evidente que el doctor, valiéndose de su condición de tal, jamás hubiera levantado la sospecha de que se dedicaba al microtráfico, cruzando tranquilamente de una orilla a la otra, como aparentemente lo venía haciendo.
Ahora bien, ¿cómo es posible que la autoridad sanitaria considere que lo que el médico haga en sus horas libres no afecte el cargo que ocupa al frente de un centro de salud?
Siempre conforme con las publicaciones, supuestamente la situación judicial que afecta en estos momentos al médico compete al ámbito personal. Como si una persona asumiera distintos niveles de moralidad y conducta, según el ámbito y papeles que cumple.
Con este razonamiento, uno puede ser buen cirujano o un gran periodista, y en su vida privada un golpeador de mujeres, un acosador de niños o un narcotraficante. El ser humano es indivisible. Si no se es buena persona, no se puede ser buen profesional.
Además, se supone que para ocupar un cargo, el postulante además de acreditar su idoneidad profesional no debe estar en conflicto con la ley.
Entonces, cómo alguien investigado y detenido por microtráfico puede estar al frente de un centro de salud, considerando además el daño que produce en amplios sectores de la sociedad el consumo de drogas como el crac.
Y es que vamos muy mal. Si el director de la XVII Región Sanitaria piensa que lo que hagan los médicos en su día libre –con cargos en alguna institución sanitaria del Estado–, aunque incurran en un acto ilegal, compete al fuero personal de estos.
Esto implica que da igual contar con el concurso de un funcionario íntegro a otro inmoral. Lo que conlleva un relativismo moral peligroso, puesto que habilita a cualquier cosa.