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WASHINGTON - EEUU
El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, propuso ayer la mayor reforma fiscal en tres décadas, ofreciendo recorte de impuestos para la mayoría de los estadounidenses, pero generando críticas de que el plan beneficia a los ricos y a las empresas y podría sumar miles de millones de dólares al déficit.
La propuesta, que el mandatario republicano dijo apuntaba a ayudar a la clase trabajadora y crear empleos, enfrenta una batalla cuesta arriba en el Congreso con su propio partido dividido y hostilidad entre los demócratas.
Los republicanos planean reducir las tasas de impuesto a la renta de las compañías, recortar impuestos a pequeñas empresas, bajar la tasa máxima para las personas y eliminar algunas exenciones tributarias ampliamente utilizadas, como la que beneficia a contribuyentes en estados dominados por los demócratas donde se pagan altos impuestos.
“Va a ser algo especial”, dijo Trump a periodistas en la Casa Blanca, anunciándola como “esencialmente el mayor recorte de impuestos en la historia de nuestro país”.
El plan, forjado durante meses de conversaciones entre los asesores de Trump y los principales republicanos en el Congreso y al que se adhirieron los grandes empresarios, contenía pocos detalles sobre cómo se va a pagar por los recortes sin aumentar los déficits.
Trump, un magnate de los bienes raíces convertido en político, aseguró al ser consultado por periodistas que personalmente no ganaría a nivel financiero con la propuesta. “Creo que hay muy pocos beneficios para las personas ricas”, afirmó Trump, quien se rehusó a hacer públicas sus propias devoluciones de impuestos a diferencia de la mayoría de sus predecesores en la Casa Blanca.
El plan fue presentado un día después de que la prioridad legislativa de los republicanos, una reforma al sistema de salud conocido como Obamacare, colapsó en el Senado, mientras otro asunto clave en la lista de deseos de Trump, el gasto en infraestructura, no se materializó.
Los legisladores eludieron una amplia reforma tributaria durante décadas. La última fue aprobada en 1986.
El director de la DEA dimite por estar en desacuerdo
El jefe de la DEA, la agencia antidrogas de EEUU, dejará su cargo la semana, luego de sostener un desacuerdo con el presidente Donald Trump en los últimos meses. La renuncia de Chuck Rosenberg será efectiva el 1 de octubre, dijo Katherine Pfaff. La salida de Rosenberg, conocido por su proximidad con el ex jefe de la policía federal (FBI) James Comey, despedido en mayo por Trump, no genera gran sorpresa. Rosenberg era un remanente del gobierno de Barack Obama y se esperaba que Trump lo reemplazara tarde o temprano por un aliado suyo. Pero la situación de Rosenberg parecía más comprometida desde julio, cuando condenó observaciones del presidente.