–¿Quién va a ser el vicepresidente?, ¿Pichín? –le preguntó el senador Silvio Ovelar a Horacio Cartes durante una reunión el martes en Mburuvicha Róga, reveló una alta fuente.
Ovelar se animó a hacer lo que los del bloque oficialista no se atrevían.
–Una mujer –respondió misterioso el presidente de la República.
–¿Blanca? –siguió el interrogatorio a tirabuzón.
–Será Alicia Pucheta de Correa, por ser mujer, porque es íntegra y porque no tiene objeciones –soltó el primer mandatario, definiendo el perfil de su elegida con determinación y sin resquicio para las quejas.
Era el martes. Luego de esa reunión, Ovelar reveló a la prensa la persona elegida por Cartes. Al día siguiente, el presidente confirmó la noticia en la red social Twitter, tras el fracaso de la sesión conjunta del Congreso, que fue convocada para aceptar o rechazar la renuncia del vicepresidente Juan Afara.
Cartes nuevamente tomó la decisión con su anillo más cercano, a espaldas de sus aliados políticos, que esperaban que uno de los suyos ocupe el cargo. Por ello, cuando citó a Pucheta el bloque cartista guardó disciplinario silencio, pero hubo murmullos inquietos. El testamento final del presidente los dejaba fuera del trono y lejos de la mágica lapicera que puede hacer milagros económicos en un mes y medio de poder.
MENSAJE. Cartes reveló mucho en la red social. “Que unos pocos no nos arrebaten la posibilidad de tener a la ministra Alicia Pucheta como vicepresidenta y luego como presidenta de la República. Su gran labor y preparación son muestra clara de que está a la altura para tomar este gran desafío”, escribió.
Evidenció enojo, sucesión y renuncia.
Enojo. Porque por torpeza (¿o mensaje?) de la bancada colorada del Senado, no hubo cuórum para aceptar la renuncia de Afara y le puso freno a su hoja de ruta que debe esperar el final de Semana Santa para la definición.
Sucesión. Con la elección de Pucheta dejó nuevamente de lado a los políticos que esperaban ansiosos que uno de ellos portara la banda presidencial al menos por unas semanas.
Renuncia. Fue la revelación más importante. Cartes finalmente cayó rendido ante los argumentos de quienes le alertaban que debe dimitir y jurar el 30 de junio para no correr la misma suerte de Nicanor Duarte Frutos. Así evitará la traba constitucional de la incompatibilidad de ocupar dos cargos al mismo tiempo. Además, las encuestas vaticinan un Senado díscolo que le puede complicar el juramento.
EL DILEMA DE LA MINISTRA. Apenas se supo el nombre de la sucesora, se desató la polémica sobre si debe renunciar o no para ocupar el cargo político. En su primera aparición ante la prensa, Pucheta no dio pistas. “A la ciudadanía le quiero decir que esté tranquila porque mi gestión siempre va a estar enmarcada dentro de la Constitución y las leyes. Nada fuera de ellas. Voy a esperar que se acepte la renuncia del vicepresidente. Sería una falta de respeto a tan alta investidura que manifieste mi parecer antes que eso ocurra”.
Y como siempre, la Constitución tiene dos interpretaciones. Juristas, como Hugo Estigarribia, Osvaldo Granada y Jorge Seall, sostienen que no corresponde el pedido de permiso y que el único camino es la renuncia al cargo de magistrada. Pero el constitucionalista Juan Carlos Mendonca afirma que puede renunciar o pedir permiso y luego volver a la Corte.
Más allá de las disquisiciones jurídicas, el problema de Pucheta es político.
La bancada colorada está dispuesta a votar por la ministra, pero con una condición: debe renunciar a la Corte Suprema.
El candidato presidencial, Mario Abdo Benítez, no solo deslizó críticas, sino sugirió otro candidato: "¿Para qué llevar un debate polémico donde no es necesario? Si esa polémica existe, considero que sería oportuno optar por otra figura. Estoy seguro de que nadie va a ser tan necio de insistir sobre una figura si se instala una polémica sobre la legalidad o no de su posible ida a la vicepresidencia y luego a la presidencia”.
La ministra tiene un gran dilema: si no renuncia desatará un nuevo conflicto institucional a días de las elecciones generales y dilapidará su imagen y trayectoria. El otro camino implica un renunciamiento con altísimo costo: ¿está dispuesta a cambiar siete años de mandato que aún le quedan en la Corte Suprema por unas semanas en la Presidencia?
BLINDAJE A FUTURO. Aparte de resolver la compleja sucesión, Cartes también protegió su futuro político al vetar parcialmente la ley de autoblindaje legislativo. Eliminó el artículo que establecía como condición la condena firme para retirar la investidura, pero mantiene la cantidad de votos para la aprobación (30 en Senado y 53 en Diputados).
En medio de su retirada, a Cartes se le complica su sucesión, y amplificó el rechazo ciudadano por haberse acogido también al cuestionado autoblindaje.