El trámite del partido fue bastante parejo; ninguno de los equipos mereció más, por lo que el empate fue el resultado más justo.
Cansino. Tal vez por la alta temperatura en el campo de juego, los equipos no dinamizaron el trámite del juego, que en varios pasajes fue enredado, cortado y cansino.
Se aguardaba que el cuadro local tomara el protagonismo, pero tal cosa no ocurrió. Al equipo de Adriano Samaniego le costó generar fútbol, centralizó mucho la jugada sin tener sorpresa ni desbordes.
General Díaz, bien ordenadito, en la primera llegada profunda se adelantó en el marcador por intermedio de Alfredo Cano.
Con el gol a favor, la visita priorizó la marca, con dos líneas de cuatro bien parados, esperó al rival y buscó golpear de contra.
En Santaní, Gracián no funcionó como creador y el albinegro llegó hasta el arco rival solo a través de las pelotas paradas y algunos que otros remates de media distancia.
Mucha voluntad. En la segunda parte del juego, Santaní mejoró un tanto con el ingreso de Báez y Zárate. Con el primero tuvo un poco más de ideas cuando se juntó con Díaz y con el segundo mayor presencia en ofensiva.
El elenco de Tapiracuai, con más voluntad y amor propio que fútbol, empujó al rival a su área en busca del empate.
A falta de 10’ para la finalización del encuentro, Cristian Paredes, quien ingresó en el complemento, se filtró entre los defensores rivales y con un fuerte disparo consiguió el tanto del empate.
En la parte final, el partido tuvo muchas fricciones, General quedó con un jugador menos por la expulsión de Doldán, por agresión a Ayala.
Santaní apeló a los centrazos buscando algún cabezazo de Gamarra o Servín, pero jamás llegó.