Durante la presentación de Perspectivas 2017 de Dende, Vittorio Corbo, ex titular del Banco Central de Chile, si bien resaltó la fortaleza macroeconómica de Paraguay, señaló debilidades en educación y competitividad.
“No solo de lo macro vive el hombre, hay mucho espacio por mejorar; el índice de Paraguay de competitividad es de 3,7, de los más bajos de la región”, manifestó.
Cada cierto tiempo, tanto el sector privado como el público organizan eventos donde traen a expertos del exterior a hablar sobre lo que Paraguay necesita hacer para mejorar las condiciones de vida de sus habitantes.
Tanto al término de la exposición como unos días después del evento pareciera que por fin se llevará a la práctica lo señalado. Pero pasan los años y la máquina del desarrollo social sigue funcionando lentamente, como si estuviera tirada por bueyes famélicos.
Se aprueban normativas que establecen fuertes penalizaciones a incumplimientos sobre derechos humanos, mejoras laborales, mayor endeudamiento, pero a la hora de la aplicación pareciera existir un limbo que impide la ejecución de las leyes.
Los avances en el control de cumplimiento de normativas laborales parecen haberse estancado. La discusión sobre las desventajas de empleo y remuneración para las mujeres sigue igual que hace años, sin que hasta el momento existan controles que permitan a las mujeres ganar igual por el mismo trabajo realizado que un hombre.
El empleo infantil continúa siendo parte de la realidad cotidiana.
La educación y la salud siguen siendo deplorables, y se sigue tratando a la gente como si se les hiciese un favor al asistirle.
Es hora de que se deje de lado el egoísmo partidario y se sienten las bases que permitan al país entrar a competir en un mundo que avanza a pasos agigantados.
Paraguay necesita seguir los ejemplos de países como Bolivia y Perú, que están avanzando en las reformas en infraestructura y servicios que posibilitan una mejor calidad de vida de sus habitantes.
Mientras las peleas entre políticos se hace fuerte, los demás habitantes de este país nos estamos perdiendo de la oportunidad de subirnos al carro del progreso que tienen países de primer mundo.
Necesitamos ser más exigentes con las autoridades de turno, de manera que asuman su compromiso de velar por un país mejor. Es innegable que se realizó una buena tarea para lograr una buena salud macroeconómica, ahora lo importante es que ese crecimiento llegue a todos.