Por Darío Lugo
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Hay un modelo tradicional manufacturero en el Paraguay previo a la construcción de la represa de Itaipú, que experimenta transformaciones sustanciales luego de erigirse esta obra monumental y que marca el salto hacia la mayor tecnificación y generación de valor agregado, a criterio del sociólogo y economista Fernando Masi, director del Centro de Análisis y Difusión de la Economía Paraguaya (Cadep). El aumento superlativo del cultivo de soja y la ganadería, más la reactivación de rubros tradicionales no agroalimentarios (bebidas, tabacos, textiles y cueros), como la aparición de nuevos ítems (químicos, plásticos, equipos y maquinarias) brindan un panorama alentador con crecimiento sostenido del sector en los próximos años, aunque su peso en el PIB no sea aún el anhelado. El experto lanzó recientemente la obra Ser industrial en el Paraguay, una radiografía del ámbito manufacturero, cuyo resumen se contempla en conversación con ÚH.
–¿Cómo evoluciona la industria nacional en las últimas décadas?
–Históricamente, la manufactura que competía y crecía, además de la aparición de nuevos sectores, se daba a pesar de que la economía paraguaya es abierta y no proteccionista de su industria. Otras naciones protegen a su sector industrial, pero en Paraguay no sucedió esto. En los años 90 por primera vez los gobiernos implementaron políticas de aliento al ámbito, pero no suficientes.
–¿Qué sectores fueron destacándose posterior a Itaipú?
–La manufactura tradicional estuvo asentada en los textiles y cueros, la agroindustria estuvo poco desarrollada; pero luego de la construcción de la represa aparecen fuertemente la industria química, los plásticos y los bienes de capital, además de la electromecánica y la metalmecánica. Capitales brasileños acompañaron también el crecimiento de los impermeabilizantes, aditivos, asfaltos y transformadores.
–¿Qué factores incidieron para la transformación de la industria local?
–Además de Itaipú, la apertura democrática permitió la inserción del mercado de competencia, que aminoró un poco la informalidad; mientras que la creación del Mercosur permitió la evolución de dos etapas: la primera, caracterizada por mucho comercio interno, en los años 90; mientras que en la década siguiente aparecieron las crisis brasileña y argentina, con una etapa menor en comercio dentro del bloque.
–¿Qué se exportaba en principio hacia el bloque?
–Durante los primeros años había ciertas cantidades de químicos, plásticos, confecciones, tejas, ladrillos y varillas de hierro; pero la crisis argentina obligó a redireccionar el destino, que pasó a ser Brasil.
–¿Cómo se gestó un mayor flujo inversor desde Brasil?
–El país vecino apostó por radicar capitales en Paraguay, por tres factores preponderantes: Brasil tiene como política de Estado incentivar a sus capitales a que migren a los países de América Latina; además de contar con un banco de desarrollo como el Bndes, que alienta a esa inversión; y otro punto está dado por los costos elevados de producir en aquella nación desde el año 2000 aproximadamente. En ese tiempo no había inversión brasileña en la región, pero para 2010 Brasil se convirtió en el principal inyector de capitales en los demás países.
–¿Es decir que hay una importante inversión extranjera en la industria local?
–Cuando se mira la inversión extranjera, hasta 2008 se radicaba principalmente en servicios, pero desde ese tiempo comenzó a crecer dentro del sector industrial. Registros del Banco Central del Paraguay (BCP) hablan de la participación de la industria en la inversión extranjera cercana a un 40%.
–¿En qué sectores se fue radicando la inversión?
–Primeramente, en el procesamiento de lo que se constituyó el boom de la economía paraguaya, aproximadamente desde el 2003, es decir en la transformación de la materia prima por excelencia del agro, para convertirla en harina o aceite de soja; además del procesamiento de la carne que, si bien es cierto son de bajo valor agregado, constituyen un segmento importante a nivel industrial. En segundo término, se encuentran los nuevos ítems, como la industria química, plásticos, producción de bebidas y tabaco.
–¿Y la maquila?
–Comenzó y se afianza en los rubros textil, cuero, químico, plásticos y autopartes; pero este segmento tiene un techo, porque se presenta como autopartes y, sin embargo, constituyen cableados tanto para vehículos como en la rama de refrigeración o línea blanca, por lo que no está en la nomenclatura de autopartes propiamente dicha. El inconveniente con las autopartes es que no puede haber demasiado incremento en este renglón hasta que no se concrete el acuerdo automotriz con Brasil, que se está negociando.
–¿Qué atrae de Paraguay a los potenciales inversores?
–Los costos laborales menores, tributos bajos, costo de energía eléctrica conveniente; pero también hay limitantes, porque la infraestructura no se desarrolla para acompañar grandes emprendimientos. Brasil es el segundo inversor más importante y lo es principalmente en la industria, pero no aún de la forma en que haga crecer el parque manufacturero local.
–¿Cómo evoluciona el ámbito industrial y qué le depara al sector?
–Es un segmento afianzado que se proyecta a mejorar en términos de exportaciones, que mayormente llegan a América del Sur. Lo que podría evolucionar más serían las cadenas productivas; es decir, que el país se convierta en proveedor de partes y no precisamente de bienes finales; con eso el PIB industrial puede crecer (hoy representa el 10,3% del PIB global). La línea de alimentos seguirá creciendo, puesto que los lácteos, por ejemplo, ya lograron sustituir importaciones. Finalmente, además del procesamiento de la soja y la carne, otros productos, como el maíz, el trigo y el arroz, también esperan el valor agregado para envíos de productos procesados.