A Paraguay le costó muchos años de trabajo hacerse conocer y construir cierta credibilidad internacional. Este trabajo implicó no solo modificaciones y aprobaciones de leyes que permitieron reformas estructurales, sino también el manejo prudente de la economía.
Uno de los avances más importantes de los últimos tiempos fue la aprobación de la Ley de Responsabilidad Fiscal, una normativa que pone topes a los incrementos salariales para los funcionarios del Estado, regula el gasto en época electoral y establece un límite de saldo rojo de las cuentas fiscales.
Esta normativa de responsabilidad fiscal está acompañada de otra normativa también importante: de Transparencia. La publicación de la nómina salarial, viajes y gastos operativos del Estado permitió que la ciudadanía dimensione el despilfarro del dinero proveniente de los impuestos y empiece a exigir tímidamente un mejor manejo de las cuentas fiscales.
Este buen manejo de las cuentas públicas puede estar en peligro en lo que resta del Gobierno de Horacio Cartes, si el presidente de la República solo mira el horizonte político y concede el espacio ganado a la corrupción, pues el trabajo previo que hizo en estos tres años de Gobierno habrá sido en vano. Mientras Cartes está ocupado en su proyecto de reelección, se olvida de impulsar leyes que son necesarias para que la macroeconomía siga por buen camino y se logren redistribuir estos mayores ingresos entre quienes menos recursos económicos tienen.
La reforma de las cartas orgánicas del Banco Central del Paraguay y del Banco Nacional de Fomento, del sistema de pensiones y de una legislación moderna de juegos de azar, está estancada en un Congreso que dejó de mirar cómo mejorar la vida de la gente para volver a mirar solo su bienestar.
El proyecto de Presupuesto 2017 también está en peligro de ser utilizado políticamente, con miras a las elecciones de 2018. Esta culpa está compartida con el Poder Ejecutivo, que presentó un proyecto para elevar el salario mínimo de los empleados del sector privado, aún no aprobado pero ya incluido en el plan de gastos estatales del próximo año.
El acto de afiliación partidaria del ministro de Hacienda que propició Cartes, transmite el mensaje político de que permitirá ciertos desmanes presupuestarios para lograr su objetivo por seguir en el poder.
Es necesario que quienes tienen en sus manos la conducción del país pongan en primer lugar a las políticas de Estado y no a las apetencias partidarias. Reducir el índice de pobreza debería ser una prioridad y no un elemento utilizado para mantener prebendas partidarias.
Este país necesita con urgencia verdaderos estadistas que dejen reformas que permitan el mejoramiento constante de la vida de sus habitantes.