28 mar. 2024

Pelado Roa cumplió y llegó a Río

Curtido por el sol, contracturado hasta los pelos y con una voluntad sobrehumana de aquellos buenos locos de la vida, Víctor Pelado Roa completó la hazaña de 2.000 kilómetros pedaleando desde Asunción hasta las playas de Copacabana, Río de Janeiro.

Arena y sol. Roa en las playas de Copacabana con su bici.

Arena y sol. Roa en las playas de Copacabana con su bici.

Este cicloturista, de 37 años, se embarcó en una aventura desde su casa en barrio San Pablo de Asunción, el pasado 1 de agosto, a las 7.30, hasta Ciudad del Este, en la que tuvo la compañía de un amigo, Javier Cabrera, quien antes de cruzar el puente desistió del desafío.

Lluvia, frío, el peligro constante en las carreteras brasileñas no lo hicieron desistir. “Puedo decir que cumplí con mi objetivo, era la primera vez que me enfrentaba un trayecto tan largo. En líneas generales no tuve tantos inconvenientes”, dijo al contemplar la inmensidad de Copacabana.

Con la mirada a todas partes, como no creyendo aún su hazaña, el Pelado (como es conocido) indicó: “Todavía no estoy dimensionando todo esto. No puedo creer que llegué. Nunca antes había viajado tan lejos. Sí por el interior, pero esto trascendió todo”.

LA IDEA. “Casi de una broma, fue cuando hace un año me dieron esta máquina, el señor Ramón Castillo me dijo: ‘Quiero ver que esta bici te la lleves lejos’. Y le respondí: Que tal si la llevo a Brasil. Ahí empezó todo, luego me di cuenta de que en Río eran los JJOO y ahí empezó el sueño. Seguidamente equipé la bici y algunos amigos me ayudaron con los sponsors”, comentó mientras caminaba por la Av. Atlántica, acompañado de su bici.

Anécdotas. Pelado cuenta que miles de veces pasaron por su mente las ganas de tirar todo. “Dije qué es lo que estoy haciendo aquí, a quién le quiero probar algo. No necesito hacer esto y de otro lado de mi mente salía que ningún reto es imposible y que había superado cosas más difíciles en la vida”, reflexionó.

“En CDE quise abandonar. Mi gente, mi novia, se preocupaban mucho por mí, pero también querían que yo cumpla con el desafío”, agregó.

Pinchó tres veces en el trayecto y se le descompuso el inflador. “El de arriba (Dios) me cuidaba siempre, porque las veces que pinché me quedaba cerca de una gomería”, comentó entre risas.

Tampoco olvida el día en que olvidó su documento en un hotel y ese día fue 12 km al banco y cuando llegó a la caja se dio cuenta que no tenía documento. “Tuve que regresar, ese día hice 24 km sin querer”, comentó.

El trajín de los pedales le hizo perder 4 kilos, no siendo inclusive una persona fuera de forma física. “Comí bien en el trayecto, tampoco me esforcé mucho, solo lo necesario para no lesionarme o enfermarme. Solo resta contar mis anécdotas cuando regrese”, subrayó. En coincidencia con los Juegos Olímpicos, Víctor Roa, quiere ir a ver el domingo a Derlis Ayala en la maratón. “Vine tan lejos y no me quiero perder esta oportunidad”, concluyó Pelado.

En principio regresará en autobús, aunque no descarta que un paraguayo residente en Río le pueda conseguir pasaje en avión para el regreso.

Por de pronto disfruta. Roa hizo historia y se convierte también, por qué no, en un deportista de talla olímpica.

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