Casuso, en medio de una rueda de prensa, indicó que su cliente y la familia Urbieta eran conocidos cuando Jarvis vivía en la zona Norte del país donde entablaron una amistad. Tanto, que los sobrinos del secuestrado lo visitaban en la cárcel de Tacumbú, según afirmó la abogada.
El encuentro fue distendido y hasta se elevó una plegaria a pedido de Jarvis.
“Ellos se encontraron perdidos y buscaron una palabra de aliento y fortaleza, tanto que se oró. Ellos hicieron un pedido de una ayuda económica y él les dijo que dependía de cuánto ellos pedían. El país sabe que este secuestro no se hizo por el EPP, sino por un grupo que se desprendió”, expresó Casuso.
Pavão les habría dicho a los familiares que los amigos están para ayudarse en los momentos difíciles e incluso les habría ofrecido la posibilidad de prestar una suma de dinero, cuyo monto no fue especificado.
El brasileño preso por lavado de dinero y considerado uno de los narcotraficantes más poderosos de la frontera, les habría puesto un plazo de 60 días para la devolución del dinero. Los familiares solicitaron alrededor de 90 días, según confirmaron.