23 jun. 2025

Paraguay y el Mundial

Wendy Marton – @WendyMarton

Si se aceptan las candidaturas de Paraguay, Argentina y Uruguay para ser sedes del Mundial de Fútbol 2030, son muchas las oportunidades que se pueden aprovechar como país.

Paraguay puede aprender de las lecciones que dejó la organización del Mundial en Sudáfrica y Brasil y aprovechar las inversiones que se harían, no solo enfocadas a las obras físicas, sino también relacionadas con la educación y el deporte.

Poner la mirada sobre el fútbol puede abrir puertas a fortalecer otras competencias deportivas.

El presupuesto de la Secretaría Nacional de Deportes asignado para el próximo año asciende a G. 89.617 millones (USD 15,9 millones).

Los fondos se distribuyen entre infraestructura física (construcción o remodelación de pistas deportivas para competencias locales o internacionales, polideportivos, entre otros) y becas a atletas que compiten en disciplinas deportivas regionales y también mundiales.

Pero el monto que se distribuye a los atletas es ínfimo. Por ello, es necesario reforzar el trabajo relacionado con la promoción de deportistas destacados y otorgarles el apoyo económico que les permita no solo llevar una vida digna, sino también solventar los gastos que conlleva la carrera deportiva.

Otro punto que podría ser aprovechado está relacionado con becas deportivas para colegios y universidades. Esto permitiría que cientos de niños que hoy tienen condiciones deportivas, pero cuya situación económica es baja puedan acceder a universidades locales y graduarse, exigiéndoles como requisito principal mantener un promedio de calificación no inferior a 3,5.

Esto también les daría la oportunidad de asegurarse la alimentación diaria y asistencia sanitaria. Como contrapartida, a quienes culminen la carrera universitaria se les podría exigir que hagan servicio social uno o dos días a la semana en comunidades carenciadas.

Planificar el crecimiento económico y la instrucción educativa fomentando el deporte no es una idea alocada.

Se necesita elaborar un proyecto riguroso y poner en práctica lo ideado. ¿Si nunca probamos otra forma de inversión cómo sabremos si funcionará o no?

Obviamente, todo debe estar supervisado bajo estricto control de instituciones encargadas de velar por el buen uso del dinero público, para evitar malversaciones económicas o calificaciones inexactas a los becados que puedan beneficiarlos sin merecerlo.

Todo sistema es perfectible, y mientras se lleva a la práctica se pueden corregir los errores. Lo que ya no podemos es seguir sin hacer nada por el temor a que buitres de la política y de la cosa pública busquen apropiarse del dinero público.

Quizá es hora de probar unir la educación con el deporte para tratar de tener mejores resultados.