Por Rocío Cáceres
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El alma de Ñandutí, Humberto Rubin, celebró el 54 aniversario de la radio, “informando, como siempre, esa es la realidad”, según señala este hombre directo, luchador, madrugador y amante de “ganar al sol”, y quien va a la radio todos los días.
Son días de recuerdos y muchas emociones para él, por conmemorar otro año al frente del medio. “Celebramos siendo la primera fuente de información”, enfatiza, reafirmando su compromiso de informar, la actividad principal del medio que hace muchos años sacó la música de la radio. “Una de las guerras hizo que no pudiéramos parar de informar, nos extendimos hasta la madrugada, entonces dije ‘para qué voy a cerrar más’, y nos quedamos 24 horas. Antes, todas las radios salíamos a las cinco de la mañana y cerrábamos a las once de la noche”, recuerda el hombre de radio.
Inicios. “Nuestra radio tiene como única bandera la libertad”, asegura Rubin, que es el alma de Radio Ñandutí, un medio que ofrece un espacio de libre expresión con su Quinto Poder, una plataforma donde los oyentes pueden decir lo que piensan, incluso contra el propio Rubin.
“No creo que haya una sola persona en esta radio que pueda decir ‘Rubin me prohibió que hable de esto (...)’. Me moriría de vergüenza si tuviera que dirigir a alguien fuera de su conciencia”, agrega.
De sus primeros años con la radio, recuerda las dificultades que asumió. “La parte técnica era un problema, porque costaba mucho implementar técnicamente lo que se venía encima; estaba todo el tema de la grabación, los micrófonos antiguos (...), pero ganamos credibilidad”, asegura Rubin, al tiempo de añadir que desconoce si Ñandutí es la más escuchada como dicen las encuestas. “De lo único que estoy seguro es que si hay un gran acontecimiento la gente dice ‘vamos a Ñandutí’, y es un gran logro y también una gran responsabilidad”, opina.
Y al mencionar la gran responsabilidad que significa la credibilidad, le vienen a la cabeza muchas anécdotas. “Recuerdo que una vez se suspendieron todas las fiestas del país porque un locutor mío leyó un cable sobre un Papa que estaba muy enfermo y decía ‘por fin el Papa ha descansado’, y él entendió que murió y dijo que ‘el Santo Padre falleció’, cuando en realidad se retiraba para descansar”, recuerda entre risas.
Libertad. Don Humberto se convirtió en un símbolo de la lucha a favor de la libertad de opinión, en especial en la época de la dictadura, cuando incluso clausuraron su radio. “Sentí la mayor impotencia, no tenía dónde ir, a quién recurrir. Recuerdo que cuando vinieron a atropellar los stronistas rompieron la radio, tirotearon (...) y se me ocurrió pedir a la Policía ayuda, y había sido le estaban resguardando a ellos”.
A partir de allí, se enfrentó a atropellos, persecuciones, interferencias a la radio, detenciones sin motivo, sustos a su familia y mucho más, pero no se arrepiente de nada. “Uno aguanta, por lo visto, porque mirá que después de todo esto pudimos salir; la audiencia es admirable”, rescata Humberto, y afirma: “No me arrepiento de absolutamente nada, pero me hubiera gustado ver preso a Stroessner... si volviera a nacer haría exactamente lo mismo”, dice.
Pasiones. Aparte de la radio y la televisión –es conductor del programa de tevé El saber va contigo– Humberto es un apasionado del club Guaraní, sus mascotas –que son varias entre perros, gatos y pájaros– y, por supuesto, de su gran familia: integrada por su esposa Gloria, sus hijos Mariana, Luli, Pelusa, Luis, Palo, Leo y Hugo, además de 16 nietos y bisnietos.
“Cada quince días almorzamos todos juntos, generalmente en la casa de Pelu, somos como 40", cuenta.
La mayoría de sus hijos y nietos se dedican al periodismo, otra gran satisfacción para la cabeza familiar, quien incluso comparte micrófono con ellos, tanto en la radio como en la tevé. “Siento un gran orgullo, lo único que ellos saben es que acá no hay papá, hay disciplina para todos”, expone.