07 may. 2025

Museo de la empatía en Sao Paulo para ponerse en zapatos usados por otros

En el museo de la Empatía de Sao Paulo no hay cuadros ni obras de arte, solo calzados usados y una veintena de historias de personas desconocidas que llevan al “espectador” a ponerse, literalmente, en los zapatos del otro.

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El objetivo es que la persona aprenda a ponerse en “el zapato” del otro. Imagen ilustrativa. Foto: EduGlobal.

EFE

Entre decenas de cajas de cartón, unas deportivas negras de gran tamaño repasan la vida de Alex -nombre ficticio-, un joven negro que, tras perder a sus familiares más cercanos, se ve atrapado por el mundo de la delincuencia y las drogas.

Tras pasar más de una década entre rejas, Alex lucha contra sus monstruos y consigue ganar la batalla gracias al boxeo, un refugio en el que se enseña a las jóvenes más necesitados una profesión con la que sortear los riesgos de la calle.

El propio Alex es el narrador de su historia y para conocerla, el espectador necesita colocarse unos cascos, calzar sus tenis y comenzar a caminar por el parque de Ibirapuera, en Sao Paulo, donde una caja cuadrada guarda 28 pares de zapatos junto a 25 historias.

El objetivo detrás de este atípico museo es desarrollar la empatía de los espectadores, una idea que surgió en Londres y que ahora llegó a Brasil después de recorrer varias ciudades del mundo.

La exposición, titulada “Caminando en sus zapatos”, es la adaptación de un proverbio indígena americano, “A mile in a shoes”, el cual hace referencia a la importancia de ponerse en la piel del prójimo antes de juzgar.

“El proverbio dice que tan sólo se puede juzgar y conocer a una persona después de haber calzado sus zapatos y eso es lo que hace esta exposición de forma literal”, explicó Andrea Buoro, directora ejecutiva de Intermuseus, una ong que trabaja a favor del desarrollo social.

En el museo -una especie de zapatero- sobresalen unas plataformas rojas con más de diez centímetros de tacón adornadas con unas perlas de colores. Sobre ellas anduvo durante años una famosa dragqueen dedicada a repartir sonrisas por los escenarios de Brasil.

Detrás de unas zapatillas de ballet está la historia de un Billy Elliot brasileño, mientras que unos zapatos desgastados aparece reflejado el profundo sufrimiento de una mujer humilde que desde hace décadas busca a un hermano desaparecido y que perdió a su marido y a su hijo a manos de la policía.

“Morí en el momento en el que mataron a mi hijo. El tiro en el corazón alcanzó el mío también”, relata.

En medio del dolor, lucha por el respeto a las víctimas y denuncia la instauración de la “pena muerte” en la periferia de Brasil, donde se encuentran las principales víctimas de violencia del país suramericano.

Con los zapatos calzados, los “espectadores” de este atípico museo escuchan en silencio las historias, las cuales recogen relatos de pérdidas, superación, luto, amor, prejuicios, exclusión, esperanza e inspiración.

“Cuando usas los zapatos y te pones los cascos entras en el universo de esa personas, el contacto es más fuerte con su historia”, cuenta un joven de 21 años.

En sus zapatos estaba la historia de una mujer con sobrepeso que consiguió superar el prejuicio al que continuamente se veía sometida por el hecho de ser gorda y transformar su experiencia en ayuda para otras personas.

“Es una situación difícil, son reglas que la sociedad impone, que dicen todo el mundo necesita ser delgado, que ser gordo significa que no hay salud. Ella consiguió superar eso gracias a las redes sociales y ahora ella está ayudando a mucha gente”, cuenta.

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