Las expresiones de rechazo a la decisión del Senado de Brasil de declarar a Rousseff culpable de violar las leyes presupuestarias y de removerla formalmente de su cargo, también llegaron desde Bolivia, Cuba, Ecuador y Nicaragua, cercanos al Gobierno de la que fuera la primera presidenta brasileña.
“El Gobierno de Venezuela, en resguardo de la legalidad internacional y solidaria con el pueblo de Brasil, ha decidido retirar definitivamente a su embajador en la República Federativa de Brasil, y congelar las relaciones políticas y diplomáticas con el Gobierno surgido de este golpe parlamentario”, dijo la cancillería venezolana.
“Las oligarquías políticas y empresariales recurrieron a artimañas antijurídicas bajo el formato de crimen sin responsabilidad para acceder al poder por la única vía que les es posible: el fraude y la inmoralidad”, agregó la misiva.
Durante el proceso de juicio político que polarizó a la mayor economía de la región, Rousseff negó insistentemente los cargos y denunció el proceso como un golpe de Estado que busca proteger los intereses de una élite y acabar con los programas sociales que sacaron de la pobreza a millones de brasileños.
La voz contraria en al región provino de Argentina, uno de los principales socios comerciales de Brasil, que dijo que “respeta el proceso” del juicio político y “reafirma su voluntad de continuar por el camino de una real y efectiva integración”.
Desde la asunción de Temer, Venezuela se alejó de Brasil tras forjar una sólida relación en la década pasada, cuando gobernaron Hugo Chávez y Luiz Inácio Lula da Silva. Bolivia, Cuba, Ecuador y Nicaragua también condenaron la destitución e hicieron eco al calificativo de “golpe de Estado”.