23 abr. 2024

Los bañadenses, la clase media y la TV por cable

Por Elías Piris

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“Cuando el agua despoja y margina”, era el título de la portada del suplemento cultural Correo Semanal del diario Última Hora el sábado 16 de mayo del año 1992. Lo encontré de pura casualidad, rebuscándome en esa cápsula de viajes en el tiempo, conocida vulgarmente como el archivo del periódico.

La tapa es elocuente: miles de precarias casitas de madera terciada y techos de zinc desparramadas en el paseo central de la avenida 21ª Proyectada. De no mencionar la fecha citada un poco más arriba, el lector podría advertir que se trata de una foto del 2015, pero no... hay una ligera diferencia: ¡No hay antenas de televisión por cable como ahora!

Traigo a colación esto último ya que fue “el tema” en las redes sociales en los últimos días, luego de que un avezado analista –de esos que pululan en el divino universo 2.0– haya criticado que no falten las antenitas de... (no puedo mencionar a la compañía) en los campamentos de damnificados.

Yo era muy chico en el 92, pero leyendo ese diario viejo caí en la cuenta de que el motivo de la indignación era que el agua obligara a los compatriotas a salir de sus casas y refugiarse en condiciones infrahumanas (como hasta ahora), que las autoridades no consiguieran una solución de fondo para tremendo problema social (como ahora); no sé por qué, pero no me imagino a la sociedad de aquel tiempo criticando que los damnificados vean televisión.

“El Estado no le tiene que ayudar a estos roñosos”, “los que reciben ayuda de arriba son unos vagos, acomodados”, “el pobre es pobre porque quiere nomás luego”, “estos se dedican a la vagancia, a la bebida, no van a progresar así jamás”, son comentarios que escucho habitualmente no de magnates y acaudalados, no; escucho de la boca de asalariados, de personas que tienen que pelearla para llegar a fin de mes, de gente endeudada hasta el cogote en bancos y financieras.

Me vienen tantas preguntas, entre ellas: ¿En qué se convirtió la gente humilde para la clase media de hoy? ¿Por qué tanto desprecio, tanto asco, tanto juzgamiento? ¿Por qué incomodan los que menos tienen?

En fin, tal vez el tiempo me ayude a entender ciertas cosas y otras no tanto. Pero, hermano querido, si tanto te molesta que los pobres tengan televisores plasma, equipos de sonido y demás, espero que también te moleste que seamos uno de los países más desiguales del continente, en el que el latifundio expulsó a los campesinos de sus tierras y los obligó a asentarse en las zonas inundables de la capital.

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