Cambiando lo que se debe cambiar, en la política norteamericana pesa demasiado el dinero, como en la política paraguaya. El descontento con el sistema permitió el surgimiento de dos candidatos presidenciales independientes: Bernie Sanders y Donald Trump (el primero de izquierda y el segundo de derecha). El problema de los dos ha sido la falta de dinero y, por eso, Sanders se ha retirado y Trump pierde terreno frente a su rival Hillary Clinton. Trump es un millonario pero, sin el apoyo de varios millonarios más, no puede seguir en campaña hasta noviembre. Además, el hombre es un peligro por sus ideas políticas disparatadas; quitando sus excesos, consiguió ganar apoyo abordando ciertas cuestiones sensibles de manera directa.
Él dijo que Estados Unidos no podía ser la policía del mundo; que, en vez de derrochar billones de dólares en intervenciones militares en el extranjero, debían utilizar el dinero para solucionar problemas nacionales, como el de la infraestructura. No es el único que piensa eso, considerando que, desde que Bush lanzó su guerra contra el terrorismo, hay más terrorismo que antes. La guerra comenzó en el 2001, con la invasión de Afganistán, se extendió a Siria e Irak, sin que se sepa cuándo puede terminar; ínterin, esos países han quedado devastados.
Él dijo que se opone a la ratificación del TPP (Trans Pacific Partnership), ese tratado de libre comercio firmado por Estados Unidos con once países con costa sobre el Pacífico (Canadá, Japón, Australia y otros, excluyendo, China). No es el único: ahora Hillary Clinton dice que también está en contra del TPP. Si los dos candidatos en campaña lo dicen, es porque la gente quiere oír eso. La oposición se debe a que, en primer lugar, ese tipo de tratados se negocia en secreto, de acuerdo con un texto redactado por las empresas multinacionales, que sí tienen una intervención directa. Al Congreso le queda la opción de aceptarlo o rechazarlo en bloque; no puede modificar nada, ni tampoco tiene la posibilidad de estudiar el texto porque no se lo muestran. A causa del descontento, es difícil que el Congreso norteamericano ratifique el TPP ya firmado. También es difícil que ratifique otro tratado del mismo tipo, el TTIP, entre los Estados Unidos y Europa. Con el TPP y TTIP, las economías más poderosas del mundo (excluyendo China), impondrían un modelo de comercio (por extensión, de economía y de política) al resto del mundo.
Ese modelo es el neoliberal, basado en la ideología del libre comercio, hegemónico a partir de la década de los ochenta, y cuyos resultados han sido el menor crecimiento y la mayor desigualdad.
La crisis económica de 2008, su consecuencia natural, ha provocado indignación en Estados Unidos y en Europa, aunque no se lo haya podido desmantelar. Desprestigiado y todo, el neoliberalismo tiene vigencia.