01 jun. 2025

Las tierras indígenas que no usan los indígenas

Por Susana Oviedo - soviedo@uhora.com.py

Susana Oviedo

El viernes pasado se viralizó una fotografía en Facebook que muestra a un niñito indígena como de dos años durmiendo plácidamente en el paseo central de la avenida Fernando de la Mora casi General Santos.

El pequeño dormía su sueño inocente en el piso húmedo, usando como almohada una de sus manitas. Nada de manta, nada de nada.

Al ampliar la foto se podía notar cómo a su alrededor, en ambos lados de la calzada, seguía estancada el agua de la torrencial lluvia y tormenta madrugadora que tanto daño produjo ese día en gran parte del país.

Además de una tremenda aprehensión y tras la pregunta obligada de: ¿habrán tenido donde guarecerse este y otros tantos niñitos indígenas a los que vemos colgados de o alrededor de famélicas adolescentes madres?

Una pregunta sobre el presente, con una respuesta demasiado obvia, a la que siguieron otras y otras: "¿cuántas veces al día comen? ¿alguna vez irán a una escuela? ¿por qué las calles son su única opción? ¿dónde están los hombres? ¿qué provoca que sus mayores abandonen sus tierras para venir a deambular por las ciudades convirtiendo a sus hijos en mendigos precoces, en marginados?

La estremecedora foto remite a muchos temas. Uno de ellos, es la lamentable y extrema situación que se está dando en varias comunidades indígenas con posesión territorial, y es el arrendamiento de sus tierras a personas ajenas, terceros con fines de explotación. La mayoría, para siembra de soja.

Un tema que tiene a algunos caciques muy animados al descubrir que pueden obtener dinero alquilando las tierras que son de la comunidad, sin que esta se beneficie en nada.

El arrendamiento dura lo que le dura la calidad del suelo y mientras el cacique y su entorno puedan controlar los conflictos internos que provoca esta extendida práctica.

La situación se ceba en el abandono del Estado y en la falta de sanción a quienes, aprovechándose de la pobreza de las comunidades indígenas, les ofrecen dinero a cambio de madera (deforestación) y del uso de sus tierras.

Los líderes que defienden esto dicen que lo hacen para no morir de hambre, puesto que están totalmente abandonados. No ven que lo que tienen que defender es que el INDI y un grupo de legisladores buscan penalizar el arrendamiento de tierras indígenas, a través de una ley. Lastimosamente no lo hacen al mismo tiempo de poner en marcha política de Estado que desalienten esa opción y hagan ver a los pueblos originarios que de ese modo están empeñando el futuro. Que si comprometen su propio hábitat, cada vez tendrán más niños durmiendo en las calles.