Los asaltos frecuentes que ocurren en las calles muestran que la prevención de los delitos sigue siendo una ilusión y tampoco se vislumbra una leve esperanza de que pueda cambiar tal estado de cosas.
En los barrios de Asunción, así como del área metropolitana y del Alto Paraná, los motochorros causan estragos y dolor sin retorno para muchas familias.
Una estadística del 2015 de la Fiscalía también muestra que los asaltantes son más violentos, ya que el asalto o robo agravado fue el delito más cometido durante el año pasado en todo el Departamento Central.
Según un informe de la Policía Nacional, en el 2015 aumentaron un 19 por ciento los robos en las calles, viviendas y comercios, comparando con el 2014. Estas cifras y el sentir cotidiano de la gente, el día a día, demuestran que la Policía está fallando en su tarea de prevención, en especial en Asunción, Central y en el Este del país.
Además, se presume que en Asunción el despliegue de recursos tendría que ser más eficaz, porque están las principales instituciones de la República en un gobierno centralizado, aunque esto no pasa de ser una teoría, ya que a pasos del Palacio de Gobierno, del Congreso y de la Comandancia de la Policía Nacional suelen haber asaltos a mano armada.
Teniendo en cuenta estos hechos, se puede colegir que la Constitución Nacional es letra muerta, cuando enuncia que toda persona tiene derecho a ser protegida en su libertad y en su seguridad. Y respecto a la Policía Nacional, dice que tiene la misión de preservar los derechos y la seguridad de las personas y entidades y de sus bienes, ocuparse de la prevención de los delitos, entre otros aspectos.
Otro de los problemas que también generan un campo propicio para los asaltantes es la poca iluminación en muchas zonas. Por citar, el barrio Santísima Trinidad y áreas aledañas tienen calles oscuras, donde los motochorros hacen de las suyas.
Incluso, en dicha zona, luego de un atraco, uno va a la comisaría a denunciar y minimizan el asalto, diciendo que “seguro los delincuentes te amenazaron con una pistola de juguete”. Sin embargo, era un arma de fuego real y la vida de la víctima corría peligro.
Un aspecto que también se debería reestructurar es que solo la cantidad necesaria de policías quede en las oficinas administrativas o actúen de escoltas de las autoridades, y que más agentes salgan a las calles para controlar y hacer los patrullajes. La parte operativa es fundamental para, al menos con más presencia policial en las calles, persuadir de alguna manera a los delincuentes a no cometer los hechos punibles.
En conclusión, no funciona la prevención y hasta para tomarte una denuncia son informales. Por ahora, solo nos resta rezar para que no nos pase nada, ya que lamentablemente los organismos de seguridad no cumplen a cabalidad su cometido constitucional.