sergio209@lycos.com
El director Guy Ritchie vuelve a “meterse” con uno de los personajes simbólicos de Inglaterra. Primero lo hizo con Sherlock Holmes, personaje salido de la pluma literaria del siglo XX, y ahora lo hace con el Rey Arturo y la espada Excalibur, una leyenda fundacional del imaginario inglés y que, como el anterior, fue retratado hartamente en la cinematografía.
La figura mítica de Arturo lleva a Ritchie a ir más allá de lo que lo llevó Sherlock, y lo instala en el género épico, algo que un seguidor de sus películas quizá nunca se hubiese imaginado que sucedería. Esto significa que tuvo que recurrir a efectos especiales de gran envergadura, y otros elementos visuales que las superproducciones difunden a menudo.
Sin embargo, de ninguna manera debe pensarse que el director pierde su esencia. Al contrario, más bien es Arturo quien la pierde para poder adaptarse al tipo de películas de acción que gusta filmar Ritchie. Es más, muchas escenas y diálogos son puro Ritchie, solo que la acción transcurre en algún punto de la Baja Edad Media. Lo mismo puede decirse de los combates cuerpo a cuerpo, donde los efectos y la edición son similares de los que ya nos acostumbró en sus anteriores títulos.
Todo el halo místico de Arturo y sus caballeros de la mesa redonda es dejado a un lado para retratarlo como alguien salido de las calles y prostíbulos, pero cuya sangre real le da superpoderes. Con Holmes no se arriesgó a tanto y se mantuvo cerca de su esencia, pero con Arturo lo sacó del halo sagrado en que lo suelen tener sus compatriotas.
Así que los espectadores que vayan a verla tienen asegurada acción con buenas peleas, humor británico con mucho sarcasmo y algo de la magia de la leyenda arturiana. Los seguidores de Ritchie quizá no se decepcionen, pero sí los reverentes del Rey Arturo y sus caballeros.
Calificación: *** (buena)