14 may. 2024

La jubilación del juez Leongino

Alfredo Boccia Paz – galiboc@tigo.com.py

Felipe Escurra, apodado Barón, es uno de los más importantes proveedores de marihuana proveniente del Amambay a todo el Brasil. Dicen que es el narco más poderoso de Capitán Bado. Quizás sea una exageración, pero su trayectoria impresiona. Se inició como secretario del mítico traficante Líder Cabral, el heredero de los negocios del clan Morel, meticulosamente exterminado en su momento por Fernandinho Beira Mar. Como Cabral y Beira Mar estarán inactivos en las próximas décadas debido a las condenas que cumplen en presidios de Paraná y Rio Grande do Norte, respectivamente, los negocios de Barón prosperaron.

Sus métodos fueron algo ásperos. Se dice que fue el que ordenó el atentado que terminó con la carrera política –y la vida– de Epifanio Palacios, presidente de la Junta Municipal de Capitán Bado y otros dos amigos. Lo acusaron también de autorizar el acribillamiento de Quelá Sánchez, un colega de negocios con quien tuvo diferencias contables. Hace unos años la Policía brasileña interceptó una comunicación de Barón con un sicario en la que hablaba de un atentado contra el periodista de Pedro Juan Caballero Cándido Figueredo. Estaba molesto porque lo culpaba de la destrucción de dos de sus pistas clandestinas.

Hace un año agentes de la Senad irrumpieron en su propiedad situada a metros de la frontera. Barón y sus guardaespaldas los recibieron a balazos de AK 47, pero fueron finalmente reducidos. Era un trabajo conjunto con la policía de Brasil que seguía desde hace tres años al principal responsable del envío de toneladas de marihuana a su país.

Pues bien, desde hace unos días Felipe Barón Escurra está libre. Lo resolvió de modo sigiloso y sin levantar polvareda un juez de Capitán Bado llamado Leongino Benítez, quien ni siquiera consideró necesario avisar al fiscal de la causa. Sostuvo simplemente que el acusado no era narcotraficante y lo liberó.

En defensa del magistrado hay que decir que obró de modo coherente con las costumbres judiciales de la región y con sus antecedentes personales. Nunca hubo un narcotraficante importante que haya permanecido preso más de un año en una cárcel del Amambay. Y, en lo personal, el doctor Leongino es conocido por dar garantías a personajes del mundo narco. En el 2014, con la velocidad del rayo, puso en libertad a cuatro brasileños con órdenes de captura y espesos antecedentes penales aprehendidos en Paraguay. No los expulsó para que la Policía del país vecino pueda detenerlos; los dejó ir, gentilmente. Al año siguiente liberó a una mujer detenida con casi mil kilos de marihuana. En esta ocasión tampoco le pareció indispensable avisar al Ministerio Público. Agentes de la Senad y otros jueces del Amambay pueden referir muchos otros casos que reflejan la generosidad del magistrado. Ahora el juez Longino será investigado por el Jurado de Enjuiciamiento de Magistrados. Quizás sea el fin de su carrera judicial. Quizás tenga que vivir de su jubilación. Me cuentan algunos amigos de Capitán Bado que Leongino no parece para nada preocupado. Tendrá ahorros, seguro.