@Juanperezacosta
El historiador y docente Carlos Gómez Florentín habló de los factores que hicieron que la Guerra del Chaco –cuya paz se conmemora hoy– no tenga el peso histórico que debería tener por ser la disputa bélica ganada por Paraguay, frente a la derrota de la Guerra de la Triple Alianza.
–¿Por qué se mencionan y difunden más temas referentes a la Guerra de la Triple Alianza por encima de la Guerra del Chaco?
–La explicación de esta peculiaridad aparente de la cultura paraguaya radica en varios factores. En primer lugar, se construyó desde el Estado una memoria de un pasado de esplendor, de una era de oro en la historia del Paraguay que fue la etapa llamada nacionalista (1811-1870), previa a la Guerra de la Triple Alianza. Sobre esta base, se considera que el Paraguay perdió una realidad de grandeza a manos de los países aliados, una realidad de grandeza tal que es imposible volver a recuperarla.
Y esta derrota es la que se honra, con mucho mayor vigor que una victoria histórica. Sobre este punto también es importante señalar que suele ocurrir esto de que los perdedores son los que mayor tiempo pasan revisando la historia de la derrota.
En segundo lugar es también cierto que las condiciones bélicas de la Guerra del 70 son más propias de una narrativa romántica basada en el código del honor que el frente chaqueño, donde estrategias y tecnologías, modernidad, capacidad estatal, además del heroísmo, jugaron un papel mucho más decisivo.
–¿Y en cuanto a las producciones académicas?
–Si bien existe mayor investigación sobre la Guerra de la Triple Alianza que sobre la Guerra del Chaco, debe destacarse que pocas son las obras históricas sobre ambas guerras producidas por autores nacionales que revisten carácter serio a nivel de investigación histórica.
En ambos casos, destacan las memorias y los recuentos de batallas. En este sentido, parece ser que nuestra conciencia patriótica sigue bloqueando el afán de construir historias documentadas, científicas, honestas, sobre el comportamiento de las fuerzas paraguayas en ambos enfrentamientos.
–¿Por qué se construyeron significantes distintos sobre las dos contiendas bélicas teniendo en cuenta que en la última fuimos el país vencedor?
–En esto pesa mucha el significante heroico asignado a la Guerra del 70 y el hecho de que la Guerra del Chaco haya sido peleada bajo administraciones liberales. Hay que decir que es central en este proceso el rol de la dictadura de Stroessner. La dictadura buscó deliberadamente enfatizar la conmemoración de la Guerra del 70, sobre todo a partir del centenario de la guerra. Esto lo hizo instigado por la disputa fronteriza con el Brasil por la posesión de los Saltos del Guairá en la década de 1960.
Esta confrontación se resolvió con la construcción de Itaipú en condominio por las dos partes. La dictadura buscó reinterpretar Itaipú como un segundo capítulo de la Guerra de la Triple Alianza, si bien esta vez solamente aludía a Brasil. Y llegó a darle un sentido victorioso al proceso de negociación dando la idea de que como legítimo heredero del Mariscal López y del constructor Bernardino Caballero, Stroessner incluso había logrado torcerle el brazo al Brasil en las negociaciones por los saltos. Si bien esta interpretación está lejos de ser la realidad, la propaganda stronista hizo efecto y consiguió instalar Itaipú como un logro, de la misma manera que estableció la visión de que la Guerra de la Triple Alianza fue una derrota heroica y no una catástrofe de proporciones tectónicas, como resultó para el futuro del Paraguay.
Por otro lado, la Guerra del Chaco, que tuvo a Franco, Estigarribia, Morínigo y Stroessner -todos presidentes de la posguerra- como protagonistas, careció del mismo interés histórico por parte del Estado paraguayo. El consenso, de hecho, entre los opositores al liberalismo era que se ganó la guerra a pesar de los liberales y no gracias a sus administraciones. Con esto se buscó restar visibilidad a la Guerra del Chaco, si bien se siguió sosteniendo que la guerra fue un éxito, a pesar de las manchas generadas por la negociación de paz de los liberales tras la guerra, en términos del territorio perdido equivalían a una derrota liberal. En esto puede verse la reversión total que se hizo de la interpretación de ambas guerras. Y esto permite entender mejor las diferencias actuales en la recordación. La dictadura transformó la derrota heroica en una cuasi victoria. Y al mismo tiempo transformó la victoria del Chaco en el campo de batalla en una derrota liberal en la hora de las negociaciones de paz.
–¿Por qué el “patriotismo” se “despierta” a la hora de conmemorar fechas pero no a la de honrar a excombatientes del Chaco?
–En esto es fundamental tener en cuenta el componente abstracto del concepto de patria. La ciudadanía responde mucho mejor a una idea abstracta antes que a un exponente concreto, físico, como puede ser un excombatiente del Chaco. Tampoco ha habido un esfuerzo concertado de parte de las autoridades nacionales a lo largo de la historia para honrar al excombatiente. En otros países, como en Estados Unidos, existe un feriado para honrar a los héroes de guerra. En cada pueblo de Estados Unidos se hace un desfile en honor a los veteranos y los mismos son ubicados en el palco de honor durante la ceremonia. En nuestro país, suele ocurrir que los eventos de cada 12 de junio se hacen en días soleados y se ubican carpas para cubrir a los invitados, y resulta que al final son los veteranos del Chaco los que quedan fuera de la carpa. Entonces, existe la abstracción del concepto de patria, a la cual se la celebra en fechas conmemorativas, pero resulta difícil asociar personajes con esa idea.
–¿Qué relevancia tuvo la Guerra del Chaco a nivel nacional y continental?
–A nivel nacional fue decisivo. Significó el canto del cisne del Estado liberal. En segundo término, fortaleció a los militares como actores políticos decisivos en la posguerra. En tercer lugar, elevó las ansias de transformación social de los sectores populares que pelearon en la guerra. Como resultado de esto, el periodo que fue de 1936 a 1954 fue un tiempo de transformación hacia un orden político autoritario de la mano de los militares que buscó poner límite a las ansias de participación popular de las masas. En lugar de más democracia, terminamos sin liberalismo pero con autoritarismo de ideología conservadora.
A nivel continental la guerra puso en evidencia la necesidad de articular medios pacíficos de resolución de diferencias diplomáticas. Un ejemplo del impacto de la guerra es la decadencia y eventual desaparición de la Liga de las Naciones, un organismo que no supo guiar negociaciones pacíficas entre las fuerzas bolivianas y paraguayas. Y tuvo importancia igualmente como un campo de experimentación, junto con la Guerra Civil de España, de técnicas modernas de guerra que se irían a usar durante la Segunda Guerra Mundial.
–¿Qué se puede hacer para que la Guerra del Chaco también sea una prioridad de todos?
–Creo que a nivel académico se requieren más fondos de investigación para que pueda ser prioridad. No creo que deba ser prioridad de todos, sí me parece que necesita más estudio, siempre trabajando dentro de una agenda plural de estudio de la historia. Ahora, tanto para la Guerra del Chaco como para otros temas cruciales de la historia del Paraguay, facilitando mayores recursos los investigadores prestarán más atención al tema.