EFE
Este evento cumbre del Carnaval del país suramericano atrae la atención cada año de miles de personas que asisten o miran por televisión el espectáculo que brinda comparsas de tambores, bailarines y personajes tradicionales de esta expresión cultural con profundas raíces africanas.
En la presente edición, C1080 se ubicó a la cabeza del palmarés con 444 votos, cuatro más que el segundo clasificado, Elumbé, y 18 por encima del tercero, La Jacinta, según los resultados oficiales remitidos por la Intendencia de Montevideo (IM), entidad organizadora del festival.
La comparsa ganadora se llevó además la mención especial a la mejor cuerda (grupo) de tambores, la más preciada y otorgada por el jurado del concurso, que valoró a las 40 comparsas que este año salieron a desfilar por la capital uruguaya.
De este modo, C1080 volvió a consagrarse como ganadora del desfile, luego de haber ostentado esta condición en 2014.
Esta comparsa nació en el Barrio Sur de Montevideo, tradicionalmente ligado a la comunidad afrouruguaya, en el número 1080 de la antigua calle Cuareim (hoy llamada Zelmar Michelini), dirección que homenajea con su nombre.
Allí se ubicaba el conventillo Mediomundo, la más famosa de las viviendas comunitarias en las que residían las familias más humildes de la ciudad y en las que surgieron las primeras comparsas de tambores.
Una de ellas fue Morenada, fundada en 1953, de cuyas cenizas nació C1080 en el año 1999
En otras categorías, Yamila Pintos, de la comparsa Zumbaé, fue nombrada la mejor vedette, y Diego Nieres, de La Simona, el mejor bailarín.
El Desfile de Llamadas arrancó el pasado jueves arropado por miles de montevideanos y turistas que acudieron a disfrutar de los ritmos del Candombe, la herencia musical que los esclavos negros dejaron en el país suramericano.
La marcha continuó el viernes con la segunda parte del desfile, aunque debió prolongarse hasta el sábado por una tormenta.
Las comparsas que participan en las Llamadas cuentan con portaestandartes que abren la marcha ondeando enormes banderas con los colores de la agrupación.
Tras ellos marchan el cuerpo de bailarines y los personajes típicos de la fiesta: los escoberos (malabaristas), las vedettes y el Gramillero, el componente más viejo del clan, que, al ritmo de los tambores, se encarga de seducir a la Mama Vieja, figuras que representan de forma satírica el lugar que ocupaban los esclavos africanos en la sociedad colonial.
Después marchan las cuerdas de tambores, el alma de la celebración, compuestas por hasta 70 músicos que resuenan el instrumento en sus diversas variedades: el chico, el repique, el piano y el bombo.