Las trágicas muertes causadas por las llamadas balas perdidas, disparadas en las noches de Navidad y Año Nuevo por personas inconscientes e irresponsables, no han servido de lección.
El caso más doloroso que se recuerda es el de la niña Paz Valentina, que en la madrugada de la Navidad del 2012, cuando tenía solo 3 años de edad, murió alcanzada por una bala, en medio de las explosiones de celebración. La Justicia pudo determinar posteriormente que el disparo fue realizado por el taxista Jorge Prisco Ledesma, quien en el 2016 fue a juicio y resultó condenado a cinco años de cárcel.
Durante las fiestas de recibimiento del 2017 nuevamente muchas personas realizaron disparos de armas de fuego al aire. Tres de los casos se hicieron conocidos porque los propios involucrados o sus allegados hicieron que el momento sea grabado en imágenes de videos, que luego fueron compartidos a través de las redes sociales en internet.
Uno de los primeros casos es el de una persona que fue identificada como Ángel Alcides Bogado, un paraguayo que reside en Buenos Aires y vino a pasar las fiestas en el país con sus familiares. En el video que se volvió viral, Bogado realiza 8 disparos al aire con una pistola y dedica el acto a la memoria de su abuelo. El caso es investigado por el fiscal Emilio Fúster, quien anunció que lo imputará por el delito de producción de riesgos comunes, previsto en el artículo 95 de la Ley 4036, de Armas.
Otros dos casos, también grabados en video, ocurrieron en la zona de la Costanera de Encarnación, que concentra a un gran número de personas. Los dos tiradores fueron identificados como Marcos Kasanetz, un cantante que se hizo conocido por haber participado de la competición televisiva Rojo, y Guillermo Ato Ojeda Bogado. El fiscal encarnaceno Rubén Lial intervino en el caso y ordenó la captura de ambos.
Lo llamativo es que estas propias personas demostraron su inconsciencia al permitir que se graven los videos y difundirlos a través de las redes sociales, con la evidente pretensión de vanagloriarse, demostrando su hombría y su presunta habilidad en el manejo de las armas de fuego, siguiendo una nociva práctica machista profundamente arraigada en la tradición cultural paraguay.
Frente a esta lamentable situación, se debe destacar como punto positivo la creciente indignación ciudadana que se manifestó al conocerse los casos y la colaboración brindada por algunas personas para individualizar a quienes incurrieron en estos deplorables episodios, y hacer posible que procedan las autoridades.
Se espera que la Justicia actúe en forma ejemplar contra quienes asumen este tipo de actitudes irresponsables y criminales, imponiéndoles las debidas sanciones penales, para disuadir a quienes quieran seguir sus ejemplos.