“Estamos bien en nuestras casas los 23".
Eso dice la nota, escrita con marcador en un trozo de hoja de cuaderno, que –para quienes recuerdan la historia- remite a aquella famosa nota original de los mineros chilenos, atrapados en una mina en octubre de 2010, y que hicieron llegar para contar que todos estaban con vida: “Estamos bien en el refugio los 33".
Esta nota trucada, presuntamente escrita por los 23 senadores repudiados por la ciudadanía, es una de las muchas “joyitas” que circulan en las redes sociales, en estos días, en que abundan las anónimas creaciones y expresiones ciudadanas, abonando la indignación contra los legisladores que evitaron que el senador colorado Victor Bogado sea desaforado, para ser sometido a la Justicia, tras haber sido imputado por un juez, por los delitos de cobro indebido de honorarios en calidad de cómplice y por estafa en calidad de autor.
La movilización de los “indignados”, que sorprendió y sigue sorprendiendo a todos –incluso a sus propios organizadores- por su inesperada gran dimensión y trascendencia, tiene además un elemento poco usual en la generalmente gris, esquemática y tradicional manera de hacer política en el Paraguay: Mucha creatividad y buen sentido del humor.
La primera marcha del #15Npy ya sorprendió por la elección de un símbolo central, bastante popular y escatológico: El papel higiénico.
Con el mensaje de que hacían falta toneladas de papel higiénico “para limpiar toda la mierda de los políticos del Congreso y del país”, los organizadores pidieron a los manifestantes que acudan llevando rollos de papel higiénico... y los ciudadanos cumplieron cabalmente.
Resultó llamativo y pintoresco ver a la gente marchar por las calles céntricas, enarbolando largas tiras de papel higiénico al viento, convirtiendo en prosaicas banderas políticas lo que más podría haber parecido un comercial de productos sanitarios, y luego contemplar el momento en que arrojaban los rollos sobre el edificio del Congreso (aunque luego se ocuparon de recoger y limpiar todo, nuevamente).
También fue significativo, en esa primera marcha, la presencia de personajes disfrazados: Una joven que llegó caracterizada de Perlita, la médica de los cinco salarios; otro humorista que llegó vestido de caudillo con pañuelo rojo y cochecito de bebé; otros que representaban a los parlamentarios como burros con orejas largas; gente vestida de fantasma para parodiar a las “listas sábanas”, los ya habituales jóvenes con las máscaras de Anonymous. Las técnicas de la caricatura y el teatro, utilizados como armas políticas.
El fenómeno se repitió aún con más fuerza en la segunda movilización, la de la caravana del #20Npy, donde hubo otros nuevos personajes singulares, como un ciudadano de la tercera edad que recorría con un pintoresco paraguas fabricado con papel higiénico, o la irreverente actriz Raquel Díaz, esta vez disfrazada de “Blanca Fonseca, la gallina turuleca”.
La indignación creativa y humorística empezó además a manifestarse masivamente en las redes sociales, especialmente en Facebook y Twitter, con repercusión en los medios de comunicación, cuando se disparó la cadena de anuncios de locales comerciales que prohibían el ingreso a los 23 senadores de la impunidad.
Aunque la mayoría optaron por avisos estandarizados, hubo locales que liberaron la imaginación de sus creativos, como El Café de Acá, que diseñó un cartel al estilo de los de tránsito, con la leyenda: “Local libre de ratas”, o Pizza Nostra, que convocó al cinematográfico mafioso don Vito Corleone, con rostro de Marlon Brando, para advertir: “Ey, senadores que no votaron por la impunidad, les haré una oferta que no podrán rechazar: La Cosa Nostra no los admitirá en la Pizza Nostra”.
Pero el aviso de advertencia que se llevó las palmas de la creatividad es el de la peluquería Raio Bemba, que presentó una galería de fotos de los 23 senadores, todos con nuevo looks de peinados y una frase contundente: “Si no cambian ellos, los cambiamos nosotros”.
Como bien dijo nuestro vecino de columna, Alfredo Boccia, a esta altura nadie puede predecir en qué va a desembocar todo esto. La indignación y la movilización no se detienen. La creatividad y el humor, tampoco. El ingenio de los ciudadanos se sigue manifestando, día a día, minuto a minuto. Solo hay que estar atento a las redes sociales.
Faltará claridad de objetivos, orientación ideológica o proyectos bien definidos –cuestiones que algunos ven más como algo positivo, que negativo-, pero motivos para reírse de los poderosos... no van a faltar.