Sergio Cáceres Mercado
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Apuntando al público que gusta del género catástrofe, esta superproducción cumple con todos los elementos de dicha categoría. Es más, desde hace un buen tiempo, el cine es capaz de recrear catástrofes globales, es decir, ya no es un edificio en llamas o un barco que se hunde el tema central, sino todo el planeta. En esa línea, el conocido guionista Dean Devlin decide debutar como director frente a una película escrita por él y en un ámbito que conoce muy bien. El resultado no es malo, pero pasará rápidamente a engrosar la lista de las que no suman más que puro efectos especiales.
Alrededor de la trama principal que desata la catástrofe en sí, las subtramas en vez de sumar aportan muy poco. La intención de estas es siempre mostrar el lado humano, las fortalezas y miserias frente al elemento impersonal de la naturaleza que está arrasando con todo. Sin embargo, estas son muy anecdóticas o, peor, estereotipadas, por lo que varias situaciones son predecibles.
El excelente grupo de actores aporta su talento, destacándose Gerard Butler en el protagónico. Lo mismo puede decirse de Ed Harris y Andy García, pero nada de eso logra levantar el nivel si es que la historia es floja a pesar de contar también con grandes recursos técnicos además de los artísticos. Acá hay que decir que la red que rodea todo el planeta y controla el clima es mostrado en las imágenes como tal, y así hay que tomarlo y no preguntarse cómo dicho mecanismo se protege de los miles de meteoritos que caen a la Tierra cada tanto.
Aunque floja en muchos puntos, la película no deja de ser entretenida. Ofrece momentos de tensión que están bien logrados e incluso algo de comedia apoyada por la presencia del actor cómico mexicano Eugenio Dervez. Hay que verla como puro producto comercial, y si busca algún mensaje ecológico no pierda su tiempo porque no existe.
Calificación: **1/2 (regular a buena)