19 abr. 2024

Familia de corazón

Una familia auténtica es aquella que garantiza el bienestar de todos sus miembros, especialmente de los más pequeños. Así como el Hogar Albino Luis, que ha sido construido con el corazón, los lazos de la comprensión y los pilares de la seguridad, componentes que permiten a los niños crecer y vivir dignamente.

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Por Gabriela Fariña

Repleta de colores, juguetes y provista de grandes dosis de mimos y contención, la casona que alberga al Hogar Albino Luis se muestra inmutable al sopor del mediodía. Al resguardo de sus techos, la frescura de sus ventanales, sus interiores acogedores y la serenidad reinante se perciben con la primera impresión. El aire corre con holgura y trae alivio, y desde un rincón del patio, la directora Griselda Rojas nos cuenta: “Este es el espacio donde los chicos disfrutan del contacto con la naturaleza todos los días; juegan a la pelota desde las sillas de ruedas, el que camina le ayuda al que no puede, y así se divierten entre todos”.

El hogar tiene su propia dinámica. “Aquí no tenemos horarios, algunos chicos duermen de día y otros de noche. Son 24 horas de puro amor”, relata Griselda, mientras recorremos algunos rincones. Generalmente, la rutina empieza a las 5.00, cuando los chicos se levantan para desayunar e higienizarse. Después, asisten al Centro Educativo Surcos de Esperanza y regresan para almorzar y tomar una siestita. Por la tarde, van a la Escuela Fulgencio R. Moreno y, al volver a casa, completan sus tareas y juegan. Entremedio, hacen su fisioterapia y sus cursos de catecismo.
Una historia llena de esfuerzos y de momentos tiernos se vive en esta “sucursal del cielo”, como define su directora. “En lo personal, esta experiencia me ha supuesto conocer de cerca la superación diaria. El momento más importante es cuando nos miran a los ojos, nos besan, nos abrazan y nos dan una sonrisa; eso es algo que no quiero que se apague nunca. Siempre me pregunto de dónde quitan tanto amor, a pesar de haber sido rechazados por sus familiares”, señala Griselda, quien llegó a la capital desde Concepción para embarcarse en un proyecto que suponía una nueva experiencia de vida.
Una obra de amor
La génesis del hogar se remonta a más de 30 años atrás, fruto de la inspiración de Lidia Barreto de Portillo, quien puso a su hijo único, Albino Luis, como centro motor de todo el esquema de un hogar especializado en personas con discapacidad y en situación de abandono.
La propia vida de Barreto fue un testimonio de amor y esperanza, rememora la directora: “Tras la muerte de su esposo, ella siguió tratando de curar a su hijo, al que le diagnosticaron meningitis cuando tenía cinco años y se quedó con las secuelas de la enfermedad. Recurrió a especialistas extranjeros para asistirlo, pero al no encontrar mejorías volvió a Paraguay con la disposición de crear el hogar”, detalla.
La meta de esta madre luchadora se concretó el 13 de setiembre de 1980, cuando se abrieron las puertas de la fundación, en la propiedad que donó para que este proyecto se convirtiera en un refugio permanente. Albino Luis, quien dio nombre al hogar, cumple este mes 57 años.
El objetivo de este lugar es propiciar el desarrollo físico, mental, emocional y espiritual de sus habitantes. Con ese foco de inspiración, el cuidado y la cordialidad son ingredientes fundamentales del equipo interdisciplinario. Son 19 profesionales, entre ellos, médico neurólogo, pediatra, odontólogo, nutricionista, fisioterapeutas, enfermeras y otros colaboradores, quienes se turnan para brindar atención las 24 horas y trabajan con alegría para afrontar los desafíos y expectativas del día a día.
El cuidado de un niño con discapacidad supone mucho trabajo, por lo que posiblemente haya gente que piense que la decisión de adoptar a uno sea una carga de vida. “Nada más alejado de la realidad”, refiere emocionada Graciela, pues en el hogar se concretaron 11 adopciones por parte de los propios miembros del consejo directivo. “Ellos eligieron un presente más intenso. Me cuentan que los niños llenaron sus vidas de pequeñas cosas, que les ofrecen cada día un regalo o una oportunidad de descubrir algo. Son parte del milagro de amor y eso es algo que nos compromete más”, señala.

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El valor de la familia
Existe una gran diferencia entre crecer en una institución y crecer en un hogar. En una casa hay afecto, hay estimulación, hay dedicación, hay acompañamiento y sentimientos que se experimentan de ambos lados.
El hogar es una respuesta social para niños que han sido desamparados por sus padres. Nadie sabe de dónde vienen, todos fueron derivados de juzgados de menores. Lamentablemente, los lugares de donde han sido rescatados son de lo más variados e inesperados. Según Griselda, sus testimonios producen sentimientos encontrados; por un lado, tristes, por las situaciones que atravesaron; y por el otro, una sensación feliz y pletórica porque pudieron salvarlos de una situación de riesgo.
“Muchas veces, los niños llegan a nuestras manos con problemas de salud serios, lo que implica un proceso médico —previo a la incorporación del niño al hogar— que comienza con la realización de los primeros análisis y el diagnóstico a cargo de la médica clínica y la pediatra, para detectar el tratamiento que se debe seguir; en caso de que se necesite hacer cirugías, se consiguen los medios para el efecto. Y posteriormente se hace el seguimiento correspondiente con el neurólogo, los fisioterapeutas y los demás especialistas”, especifica.
Inicialmente, el proyecto estaba pensado para ayudar a 10 personas, pero se decidió aumentar el alcance de la misión. En este momento, 25 personas son atendidas en el hogar Albino Luis, entre niños, jóvenes y adultos. La edad de admisión está comprendida entre cero y cinco años y la estadía es permanente, debido a la complejidad de los casos.
En esta línea de análisis, la realidad de los niños desamparados no se agota con la apertura de más hogares, dice Griselda convencida. “En términos de costos no hay preocupación, porque Dios proveerá. Aquí el problema reside en que generalmente se concibe un hogar como un depósito de niños, cuando en realidad lo que ellos necesitan es protección y afecto. Y la base de todo es la familia. En todo esto, se requiere de la participación del Estado para avanzar y sostener un modelo que mejore la calidad de vida de las familias; para que los padres se ajusten a su rol, y de ese modo hagan uso de la flexibilidad de su amor, así como generar apoyos desde la sociedad”, considera.
Al igual que en otras familias, este hogar encuentra al cabo del día, de las semanas, de los años, numerosos desafíos, pero los van superando. En palabras de su directora, estas son sus certezas: “Cada niño viene con un pan bajo el brazo. Literalmente es así, Dios hizo que nunca faltara nada. Muchas veces fui a al hospital con ellos sin ningún guaraní, pero salí con la noticia de que los tratamientos estaban cubiertos. Cuando se hace todo lo humanamente posible, siempre se deja un margen para el milagro”.
Si bien la fundación recibe ayuda del Estado para cubrir en un 10% los gastos de medicamentos y salarios de los médicos, el resto depende de los aportes y donaciones de la ciudadanía. “Solemos decir que agradecemos a tantos colaboradores que, de forma anónima, hacen de lo imposible algo posible”, dice Griselda, quien asegura que el apoyo de la comunidad es fundamental para solventar los costos de los tratamientos y el mantenimiento de la casa.
Quienes dan de sí para seguir manteniendo en funcionamiento este hogar, encuentran en la contención de los amigos y voluntarios un timón que les lleva a no cesar nunca de perseguir los sueños.

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Una cena
para ayudar

El martes 3 de octubre se realizará la cena benéfica del Hogar Albino Luis, organizada por la Fundación Lidia Barreto de Portillo. Este encuentro se caracteriza por convocar, en cada edición, a bailarines y cantantes que ponen su talento al servicio de esta gala solidaria. El evento, de entradas reservadas, tendrá lugar a partir
de las 21.00, en el Carmelitas Center (Molas López esquina Pastor Filártiga).
Esta cita se realiza anualmente para cubrir, al menos por dos meses, los gastos de sueldos
del personal.
Para conocer más sobre esta actividad o agendar una visita al Hogar Albino Luis —ubicado en Teniente Souza n.˚ 4.850 entre Mons. Bogarín y Teniente Zotti (barrio Recoleta, Asunción)—, se puede llamar al (021) 601-495 o ingresar al sitio web www.hogaralbinoluis.org. También se puede saber más de esta organización visitando sus perfiles del Facebook e Instagram.