Hace muy poco, cuando los productores de la conocida serie televisiva norteamericana de intriga y corrupción política House of Cards se preparaban para abrir su quinta temporada de capítulos en la plataforma en línea Netflix, se vieron en graves apuros ante los sucesos políticos que se habían desatado en Estados Unidos y en Brasil, ya que superaban ampliamente a los delirios políticos que los guionistas eran capaces de inventar para la disparatada serie.
“Está difícil competir...”, confesaron los productores de House of Cards, en un célebre tuit que causó la hilaridad global. Y Robin Wright, la actriz que encarna en la ficción a la primera dama Claire Underwood, tuvo que admitir ante los periodistas en el Festival de Cannes: “Trump nos ha robado todas nuestras ideas”.
En el Paraguay, a quienes de vez en cuando escribimos guiones de cómics, comedias teatrales, chistes gráficos, programas humorísticos de tevé, cuentos o novelas de realismo mágico o de surrealismo, nos pasa algo muy similar: La realidad nos supera ampliamente con sus delirios.
¿Cómo intentar siquiera emular a Roa Bastos, a Gabo, a Kafka o a Cortázar, luego de ver que los mismos legisladores que en el 2012 echaron del poder al presidente Fernando Lugo con un golpe parlamentario, cinco años después, justo en el día aniversario de la masacre de Curuguaty, lo eligen a Lugo como presidente del Congreso?
Sí, está difícil competir...
Ya ni hablemos de la repetida foto de la ex primera dama y senadora Mirta Gusinky saludando efusivamente a quien tantas veces acusó, sin prueba alguna, de ser el “padre biológico” del grupo sindicado de haber secuestrado y asesinado a su hija Cecilia.
“Que alguien intente hacer análisis político hoy”, desafió el jueves, desde su perfil de Facebook, la investigadora social Myrian González Vera. Y agregaba, irónica: “No hay nadie que pueda escribir una novela así, porque García Márquez ya no está".
En otras circunstancias habría sido un saludable gesto de justicia política que Fernando Lugo sea electo presidente del Congreso, tras haber sido injustamente echado del poder por los golpistas. El tema no es que Lugo llegue hoy a presidir uno de los tres poderes del Estado, sino quiénes lo han puesto allí, de qué manera y con qué objetivo. Y sobre todo: ¿a qué se están prestando Lugo y sus seguidores, y con quiénes aparecen aliados?
El oportunismo como expresión política está devorando una buena parte de las expectativas de cambio que aún existen en este país.
“La política es una mierda y todos los políticos son iguales”, me dijo uno de mis alumnos en la universidad, a quien intenté rebatir que esta no es la verdadera política de la que nos habla Aristóteles, la que propone el cambio social a través de la búsqueda del bien común, pero cuando traté de mostrarle ejemplos concretos, sentí que me estaba quedando sin argumentos.
Sí, está difícil competir...