30 abr. 2025

Epidemia de accidentes sigue causando miles de muertes

Después de cada fin de semana se publican los datos de los controles que realiza la Patrulla Caminera en las rutas. Las cifras, aunque pueden variar, siempre expresan lo mismo: el alcohol, la inconsciencia y la impunidad nos siguen ganando la partida, y hasta los médicos del Hospital del Trauma comienzan a perder la paciencia al verse obligados a ser observadores impotentes de esta epidemia de accidentes. La peor parte se llevan los motociclistas. Según datos del Ministerio de Salud, en 2015 el total de personas accidentadas atendidas en el Hospital del Trauma fue de 15.665, de las cuales 10.459 resultaron heridas circulando en moto. Es urgente encontrar una solución y poner freno a esta avalancha de muertes.

Las campañas de concientización para prevenir accidentes no son efectivas. Los accidentes de tránsito en el Paraguay siguen causando estragos en la población. Y, además de la imprudencia y la temeridad, el alcohol sigue estando detrás de la gran mayoría de estos eventos.

El último informe publicado da cuenta de que trece motociclistas fallecieron en accidentes ruteros en un solo fin de semana. Este dato debería ser suficiente para inspirar algo de temor en la población. Pero no es suficiente, y lo peor es que hay mucho más.

Según los registros del Hospital del Trauma, apenas un 16% de los motociclistas accidentados que llegaron al lugar llevaban casco. Otro dato de no menor importancia es que cada accidentado le cuesta al Estado un promedio de G. 80 millones, lo que al año suman USD 100 millones. El costo diario de la terapia se calcula entre 5 a 7 millones de guaraníes.

El más actualizado dato de la Patrulla Caminera señala que en el 2016 hubo un total de 2.084 siniestros de tránsito, lo que representa un 30% más que en el 2015. Esto significa que algo se está haciendo muy mal.

El alcohol y la imprudencia son las principales causas de los accidentes vehiculares en el Paraguay. Se suma a esto que muchos conductores que circulan por las calles de las ciudades y por las rutas del país no cuentan con patentes, habilitaciones y la inspección técnica de sus vehículos.

Al mismo tiempo, resulta obvio que si esta situación ha llegado a niveles epidémicos es porque las autoridades no han aplicado las leyes y reglamentos con el rigor que corresponde.

Pero este descontrol también tiene otro nombre: un Estado desorganizado. Por un lado, se veta la ley del Seguro Obligatorio Contra Accidentes de Tránsito (SOAT), que debía haber entrado en vigencia en enero de 2014, y por el otro, autoridades de Salud Pública reclaman que el presupuesto no alcanza porque los hospitales están saturados con los accidentados y las proyecciones sobre la cantidad de nuevos discapacitados son muy negativas.

Las autoridades tienen que ejercer mejores controles para evitar que los borrachos e imprudentes sigan causando muertes en nuestras calles y rutas. Y deben ser las primeras en combatir la impunidad que sigue permitiendo que se mantengan al volante aquellos que por irresponsables no deben conducir un vehículo motorizado.

Pero también se necesita un compromiso ciudadano en cuanto al respeto de las disposiciones y reglas de tránsito, para lo cual la aplicación de multas sin reparos es aleccionadora. Sin esto, seguiremos lamentando esta epidemia de accidentes.