En esta historia de la reelección y la enmienda constitucional todos perdemos. Los únicos que generan escenario para su provecho particular son los avivados y corruptos de siempre. El debate ya salió del ámbito jurídico y se tornó estrictamente político. Finalmente, lo único que importan son los votos. Y parece que hoy se definirá en el Senado.
Muchas medias verdades, o medias mentiras (que en el fondo es mentira genérica) despliegan los sectores interesados, incluyendo la gran prensa comercial cuyos propietarios también se juegan su influencia en el poder.
Es falso que se producirá un quiebre democrático y que se instaurará la dictadura. Este es un país quebrado con una institucionalidad tísica. Los políticos que se autoflagelan y buscan instalar la alarma, mienten como siempre. En esta línea están los Efraín Alegre, Rafael Filizzola, Desirée Masi, Mario Abdo Benítez (h), por citar a los más visibles. Los mismos que pulverizaron la institucionalidad –aliados con Horacio Cartes, hoy su enemigo de ocasión– el 22 de junio de 2012 al destituir por golpe parlametario al gobierno constitucional de Fernando Lugo. Este ahora ingresa al ruedo pretendiendo forzar las normas para su habilitación reelectoral, pegado a Cartes quien promovió su caída.
La reelección vía enmienda no puede volver a tratarse hasta agosto de 2018, porque 4 meses atrás ya fue rechazado en el Senado. Sin embargo, los que promueven la idea –pese a reconocer en el pasado que esta no es la vía– ahora solo esperan cerrar números y dar el golpe de gracia. Cartes y Lugo quieren habilitarse. Alegre y Abdo Benítez se oponen, no porque les importe la República, sino porque si aquello prospera sus candidaturas irán al traste en 2018. Y Blas Llano medra para sacar tajada con los primeros.
Desde un sector del progresismo se instala la idea de que –a trote y moche– debe enmendarse la CN porque Lugo es el único que puede hacer frente a Cartes y ganarle. Es verdad que tiene muchos seguidores, pero no es como 2008. Los del PLRA ya no son sus aliados y el coloradismo castiglionista difícilmente vuelva a votarle. Y tiene encima mucha gente decepcionada por su actitud errática, cobarde y autoritaria.
Que Cartes es el peor peligro, nadie duda. Está llevando al país al colapso y pretende rematarlo. Y si no hay reelección, lo que se viene, de igual modo, es terrible.
No haber hecho la tarea generando figuras democráticas y progresistas coloca al país en una agónica encrucijada. Patear el tablero es temerario y el desenlace puede ser peor que aquello que se pretende evitar.
Estamos como palo de gallinero...