La clave en la victoria 1-0 estuvo en la única buena resolución tras una falla del fondo azulgrana. Pero no porque valió el gol, sino porque esa, la resolución, fue el mayor pecado de ambos equipos.
Mareco equivocó la salida y Di Vanni hizo estallar al Feliciano Cáceres, que a solo 23 segundos de haber comenzado la complementaria ya empezaba a soñar con su primera incursión en Copa Sudamericana.
impensado. Por como terminó jugando Cerro Porteño el primer tiempo, ni el más optimista de los luqueños iba a imaginar el buen arranque de su equipo.
Los dirigidos por Astrada manejaban el juego casi a placer. Causaban daño con pelotas metidas a espaldas de los defensores. El medio sector no sentía oposición rival, y la más clara la tuvo Díaz, quien hasta ahora debe estar lamentando haber dudado en ese mano a mano.
El gol de arranque empujó a que el juego se tenga que desarrollar de la forma que le convenía a los de Pablo Caballero. Quienes se ordenaron de mitad de cancha hacia atrás para cerrar los espacios y en cada salida de contra hacían temblar a los enervados hinchas azulgranas.
Otro punto a favor del local fueron los cambios. Los que ingresaron dieron oxígeno y se sacrificaron al máximo para cuidar la ventaja. En la otra vereda, el único que mostró un poco de lucidez fue Güiza. Pero Cerro se fue apagando futbolísticamente, mostrando cansancio y carencia de ideas.