Sergio Cáceres Mercado
Contada de un modo casi trepidante, esta historia basada en hechos reales es una crítica a la hipocresía gubernamental de Estados Unidos, que, en su doble discurso, combatía delincuentes para ayudar a otros delincuentes. Los principales datos provienen de unos casetes de VHS que Barry Seal, un piloto aviador, fue grabando para registrar su increíble historia a sabiendas de que era perseguido por los narcotraficantes. Aquel piloto ambicioso y corrupto desde un inicio, es cooptado primeramente por la CIA para unos trabajos en Centroamérica, entre cuyos contactos estaba el general Noriega. Con el tiempo, y por su cuenta, los narcotraficantes del cartel de Medellín también le pidieron sus servicios y así su campo de acción se amplió ostensiblemente, así como su cuenta corriente. En cada vuelo que Seal va realizando, su red de distribución se va ampliando, así como la aparición de personajes de la década de los 80 que veíamos en los noticieros como parte de escándalos políticos y de corrupción. Aunque es un gran drama, se optó por una técnica más divertida para contar esta historia donde narcos, políticos y seres corrientes conviven alrededor del negocio de la droga. La música de la época acompaña a toda una estética ochentera que más de uno reconocerá en la excelente dirección de arte. Pero esta capa de divertimento, donde Seal acapara todo con su gracia, no puede ocultar lo que el narcotráfico realmente logra, así como el trabajo sucio del Gobierno estadounidense. Una muy buena realización que se suma a las producciones en las que el cartel de Medellín es la estrella junto a Pablo Escobar. Aproveche antes de que salga de cartelera. Calificación: **** (muy buena)