29 mar. 2024

Elisa Lynch: una mujer de novela

Figura controversial y generadora de pasiones, Elisa Lynch es un tema inagotable para la literatura, de ficción o biográfica. Y como compañera del Mariscal López, fue testigo y protagonista de la mayor epopeya del país. Con la colaboración de dos expertos, Vida delinea el perfil de una mujer que hizo historia.

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Revista Vida

Por Carlos Darío Torres / Fotos: Javier Valdez

La fiesta ya había entrado en esa etapa en la que los efectos euforizantes del alcohol dejan su lugar a la modorra en el ánimo de los invitados. La familia del presidente Carlos Antonio López es la primera en retirarse. “Ya se fueron”, le avisa Francisco Solano a su pareja, Elisa Lynch, quien recién en ese momento puede ingresar al salón donde aún permanece parte de la sociedad asuncena. La escena es repetida, pero la mujer del futuro presidente ya se había acostumbrado al rechazo social.
Mantenerse en la sombra en los primeros años de su vida en Paraguay era para Elisa la forma de sobrevivir en un ambiente social hostil, algo a lo que la élite asuncena y su propia familia política la habían condenado. Su convivencia con el Mariscal López sumó a sus enemigos propios también los de su marido, en el país y en el extranjero.
Elisa Lynch pudo trascender las descripciones apasionadas que sus contemporáneos y generaciones posteriores hicieran de ella, casi siempre vilipendiándola. Su reivindicación tardaría en llegar y lo haría de la mano de quienes idealizaron su figura y la del Mariscal, empujados por renacidas corrientes de nacionalismo.
Viene de lejos
La primera novela sobre Madame Lynch se escribió apenas terminada la guerra y pertenece al periodista argentino Héctor Varela, quien –con el seudónimo de Orión– publicó Elisa Lynch, una obra donde la mala fama construida alrededor de la europea, por la prensa de los aliados, se impone sobre los datos biográficos objetivos. De hecho, la literatura posterior tampoco se aleja de este esquema y en la mayoría de los casos la ficción terminó como verdad histórica.
“Lo que se sabía de ella (Lynch) hasta hace 15 años proviene de la literatura, ella es una figura literaria”, destaca Ana Montserrat Barreto, autora de Elisa Alicia Lynch, un trabajo biográfico sobre la compañera del Mariscal López.
La historiadora afirma que si bien Varela escribe apenas terminada la guerra, antes de la finalización oficial de la contienda, en marzo de 1870, ya habían empezado a publicarse los primeros testimonios en contra de Lynch, entre ellos los de las mujeres presas en el campo de detención de Espadín, liberado en diciembre de 1869.
“La Regeneración publica el testimonio de esas mujeres, que cuentan cómo era vivir en el campo de detención ubicado cerca de la Cordillera del Mbaracayú. También George Thompson publica Historia de la Guerra del Paraguay en 1870. Los recuerdos de los protagonistas aún están frescos, y como la contienda se había perdido, la gente que contaba las historias tenía rabia contra ella”, explica Barreto.
La tirria contra Elisa Lynch no era un hecho novedoso, pues incluso antes de su llegada al Paraguay, en 1855, su (mala) fama la precedía y en Asunción concentró en su persona el desprecio de la élite, sobre todo el de las mujeres, y el de su propia familia política. Para conocer el origen de ese rechazo hay que remontarse a su pasado.
Pobre niña rica

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Elizabeth Alicia Lynch, quien sería conocida como Elisa o Eliza, nació el 19 de noviembre de 1833 en el condado de Cork, Irlanda, cuando este formaba parte del Reino Unido. Su padre, John Lynch, era médico y falleció cuando Elisa tenía cinco años de edad; su madre, Jane Lloyd, tuvo que ocuparse entonces de mantener a sus cuatro hijos.

La supuesta vida de pobreza de Elisa en su niñez está en discusión, pues según el diario de su nuera, además de ser hija de un médico era la sobrina de un vicealmirante, subalterno del almirante Nelson. Como sea, la vida no habrá sido fácil para una viuda con cuatro hijos, situación que se probablemente se vio agravada cuando en 1849 se produjo la Gran Hambruna en Irlanda.
Las difíciles condiciones de vida obligaron a los irlandeses supervivientes (se estima en un millón los muertos de inanición) a emigrar o a quedarse y buscar la mejor manera de sobrevivir. Una forma de hacerlo, para las mujeres, era buscando un “buen partido” para contraer matrimonio.
Elisa encontró la salvación en el médico militar francés Xavier de Quatrefages, un hombre mayor, con quien se casó en el condado de Kent, Inglaterra, el 3 de junio de 1850, por el rito anglicano. Quatrefages fue destinado a la guerra de Argelia, aunque posteriormente la pareja se instaló en París.
Es en este momento cuando empieza la mala prensa para Elisa. Una de las versiones, sostenida como verdadera, dice que ella habría tenido un amorío con un oficial francés de apellido D’Aubry, lo que motivó la separación de Quatrefages.
Entonces Elisa tuvo que sobrevivir, y la historia aceptada es que lo hizo vendiendo sus encantos, por usar un eufemismo, y relacionándose con hombres ricos o influyentes, o ambas cosas a la vez. En ese ínterin entabló una relación sentimental con el ruso Mijail Meden.
En esta circunstancia se produce su encuentro con Francisco Solano López. El futuro presidente del Paraguay habría conocido a Elisa en 1854 en París, a través de su hermano Benigno, cuando encabezaba una misión diplomática a Europa. La relación comenzó cuando Elisa todavía estaba unida a Mijail, quien tuvo que abandonar París a raíz de la Guerra de Crimea.
“Rómulo Yegros, hijo del prócer Fulgencio Yegros y también integrante de la comitiva, cuenta en su diario de viaje que fueron otros los que la conocieron antes que Francisco; y no se referían a ella con respeto”, dice Pedro Caballero, magister en Historia Paraguaya. Recordemos, esa embajada al Viejo Mundo también la componían Juan Brizuela, José Aguiar, Vicente Barrios y Juan Andrés Gelly.
Adúltera
Seducida por López, Lynch se convierte en su pareja y decide acompañarlo en su viaje de vuelta al Paraguay. Viene ya embarazada de Francisco (Panchito), quien nace en Buenos Aires en 1855, antes de llegar a Asunción. Elisa todavía estaba casada con Quatrefages, si bien el hecho de que lo hubiera hecho por el rito anglicano, que permitía el divorcio, será usado por sus defensores como un argumento en contra de su condición de adúltera.
“Cuando Elisa llegó en 1855 a Asunción, la clase alta ya la miraba con malos ojos. Esa clase estaba compuesta por la familia de López, por las familias que los rodeaban y algunos extranjeros que vinieron contratados, como Idelfonso Bermejo, su esposa Purificación y el francés Dupuis. Todos tenían una percepción negativa de ella. ¿Dónde nació esa percepción? De los hombres que acompañaron a López”, agrega Caballero.
En la capital paraguaya, los primeros años de Lynch estuvieron marcados por el desprecio de la oligarquía criolla. Los desaires a sus afanes de socializar y ganarse a la gente con fiestas y agasajos fueron permanentes; pero eso cambiaría con la muerte de Don Carlos en 1862 y la asunción de Francisco como presidente de la República.
Ya como primera dama, Elisa pasó de objeto de desprecio a ser una mujer con la que convenía estar en buenos términos, y sus fiestas, principalmente las que se hacían en el recién inaugurado Club Nacional, eran un acontecimiento al que lo más granado de la sociedad asuncena quería acudir.
En este punto hay que aclarar que el ostracismo social de Lynch no le impidió poseer una estancia y dedicarse a la exportación de yerba y cuero, y tener el monopolio de la exportación de objetos de Buenos Aires y Europa. Por supuesto, que una mujer se dedicara a los negocios, en una época en la que ellas casi no gozaban de derechos civiles, no habrá hecho sino aumentar la envidia y el rechazo de la sociedad.
Causa de guerra
El buen pasar de Lynch en Paraguay no duraría mucho. En 1864 López entró en guerra contra el Imperio del Brasil, con la invasión de Mato Grosso, y en 1865 estalla la Guerra contra la Triple Alianza, cuando Argentina y Uruguay se suman a la contienda. ¿Tuvo Elisa Lynch alguna influencia en su génesis o desarrollo?
El novelista estadounidense William Barrett escribió en 1950 Una Amazona, una novela que presenta a Elisa Lynch como instigadora, debido a un supuesto enojo de ella porque los periódicos de Buenos Aires la trataban en forma peyorativa.
“Ese no es un argumento válido. Sin duda alguna, ella era la persona en quien el Mariscal más confiaba, pero no hay ningún documento que pruebe que haya tenido una influencia decisiva en las decisiones de López”, afirma Caballero.
La historia reconoce que las causas de la guerra fueron otras, pero a los detractores les resultaba más conveniente echarle la culpa a Elisa, cual Helena moderna. Esta visión siempre encontró un hueco en la imaginación de algunos enemigos de Lynch y en la literatura.
“Desde el final de la guerra hasta el principio del siglo XX hay un relato construido por los vencedores, que busca justificar el genocidio que cometieron. Y en esa construcción también se atacó a Lynch. Con la Generación del 900 va surgiendo otra versión, a partir de las investigaciones, basadas en relatos de excombatientes”, agrega Caballero.
De leyenda

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Revista Vida

La figura de Lynch siguió alimentando el imaginario después de la guerra, y fue objeto de análisis y ensayos, algunos más alejados de la objetividad y otros menos. Además del ya mencionado Varela, escribieron sobre Lynch inmediatamente después de la guerra Villavicencio, Héctor Francisco Decoud y otros que pintaban a Elisa con los rasgos más grotescos y terribles, según Caballero.

Hubo también biografías noveladas, como la del argentino Héctor Pedro Blomberg; luego apareció la de la paraguaya Concepción Leyes de Chaves; la ya referida de William Barrett, y la del francés Henri Pitaud. Más cercano en el tiempo es El peluquero francés, de Guido Rodríguez Alcalá, y The shadows of Elisa Lynch, de Sian Rees.
Josefina Pla escribió La gran infortunada (Alicia Elisa Lynch). El teatro y la ópera tienen como protagonista a Elisa Lynch de la mano de Moncho Azuaga y Augusto Roa Bastos. La recientemente estrenada Eliza Lynch, queen of Paraguay, es un documental basado en Calumnia, el último libro sobre ella.
¿Cuál es la razón de este hechizo por la figura de Lynch? Barreto recurre a la italiana María Gabriella Dionisi para explicarlo. La experta afirma que la vida de la irlandesa contenía todos los condimentos para una novela.
“Después de Francisco Solano López, de quien fue compañera, quizá sea Elisa Alicia Lynch la figura de la historia paraguaya que más ha movilizado la curiosidad dentro y fuera del país”, asegura.
La italiana sostiene que no cabe duda de que Elisa se mostró desde el primer momento como el perfecto prototipo del personaje que, alejándose de la realidad histórica concreta, podía tener cabida en cualquier novela para satisfacer la curiosidad o el (mal) gusto de un público de masa ávido de héroes al borde del abismo, contradictorios para lo bueno y para lo malo.
Legado
“El nombre de Elisa Lynch estaba asociado a la tiranía y a lo que significó la guerra, pero a partir de los años 20 empieza a cambiar, y es vista como la mujer abnegada que acompaña al líder. Esa visión persiste. Pero la cuestión es la magnitud que la historia hace del empleo de eso”, dice Barreto.
La historiadora sostiene que, entre los defensores de Lynch, persistió por mucho tiempo la concepción ideal de la mujer que incondicionalmente acompañó a su hombre hasta Cerro Corá y que en ese imaginario “las 3.500 mujeres que fueron destinadas (a un campo de confinamiento) no existen, las Residentas tampoco”.
Por eso, Barreto no cree que Lynch tenga una importancia histórica, “porque su vida no me sirve para explicar el desarrollo de la guerra ni la posguerra ni para explicar los mecanismos de sociabilidad y de acción que tuvieron, por ejemplo, las Residentas durante la contienda”.
La eventual dimensión política de Elisa en el Paraguay tampoco se puede medir por otra razón: los aliados devastaron el país y al final de la guerra no quedaba nadie que pudiera ejercer influencia alguna. Lo que no se discute es que Madame Lynch pasó por la historia paraguaya y dejó un legado de novela.
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Familia
Elisa Lynch tuvo siete hijos con el Mariscal López: Juan Francisco (1855-1870), Corina (1856-1857), Enrique (1858-1917), Federico (1860-1904), Carlos (1861-1924), Leopoldo (1862-1870) y Miguel Marcial (1866). Falleció el 26 de julio de 1886 en París, Francia.
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¿Inglesa yo?
Ser súbdita británica hizo que los periódicos paraguayos y rioplatenses se refirieran a ella como inglesa, a pesar de haber nacido en Irlanda. También le permitió salvar su vida cuando los brasileños la apresaron a ella y sus hijos en Cerro Corá.
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Al agua platos
Una anécdota, probablemente ficticia, muestra cómo las damas asuncenas le mostraban su desprecio a Elisa. En un paseo a la actual Villa Hayes, la irlandesa ofreció una colación a unas viajeras, pero estas se negaron a consumir los bocaditos y las bebidas. Elisa respondió al desaire ordenando a los sirvientes arrojar comida y vajilla al río.
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Terrateniente
Se calcula que Lynch era propietaria de nueve millones de hectáreas al finalizar la guerra, lo que la convertía en la mujer más rica de Sudamérica. López puso a su nombre el territorio entre el Pilcomayo y el Bermejo, y el ubicado entre el Apa y el Blanco, confiando en que su condición de ciudadana británica le permitiría conservarlos de los reclamos argentinos y brasileños.