Con un nudo en la garganta y un respetuoso aplauso los asistentes recibieron al filme Morir, la segunda cinta del español Fernando Franco, que mete el dedo en la llaga del dolor íntimo: el de una pareja que se ama.
Morir habla de una pareja, Luis y Marta, que recibe una terrible noticia, la irrupción de una enfermedad y, de repente, se paralizan sus vidas, se acaban sus proyectos, se quedan solos. La película es un repaso profundo en una hora y cuarenta minutos de la metamorfosis de una pareja a partir del retrato sicológico de sus miembros.
Ayer también emocionó hasta las lágrimas la película del director francés Xavier Legrand, Custody, su ópera prima. Una película dolorosa y terrible, que ganó los premios a mejor director y mejor ópera prima en la Mostra de Venecia, y que pone sobre la mesa la impotencia de las víctimas frente a su maltratador y los daños que una justicia fría y desalmada puede dejarles de por vida. Es un filme emocional, afirma su director en una entrevista con Efe, pero también es una denuncia clara del patriarcado, de la violencia más sucia –la utilización del hijo, el magnífico debutante Thomas Gioria, por parte del padre acosador para llegar a la madre– y de lo inútil que puede ser la justicia, aunque siga preceptos marcados. El Festival de San Sebastián culmina este sábado con el fallo del jurado. EFE