Marisol Ramírez | mramirez@uhora.com.py
Julio Miranda (30) y Ana Belén Villalba (26) son bailarines paraguayos residentes en Alemania desde hace varios años. Recientemente, ofrecieron un curso intensivo de ballet en nuestro país, y aprovecharon para hablar de sus experiencias con Última Hora.
Para Ana Belén, su carrera internacional se inicia en el 2010, a través de su participación en la competencia internacional Prix de Lausanne, Suiza, donde fue beneficiada con una beca de la fundación Birgit Keil para estudiar en la Akademie des Tanzes en la ciudad alemana de Mannheim.
“Estoy muy feliz con lo logrado en Alemania. Quiero continuar hasta donde se pueda, y luego venir al Paraguay a transmitir mis conocimientos y disfrutar con la gente de nuestro país”, comenta Villalba, para quien la vida de un bailarín es “como una constante lotería”, ya que nunca sabe qué le espera al día siguiente.
Para Julio Miranda, la trayectoria internacional se inicia en el 2005, cuando fue beneficiado con la beca de estudios de la fundación Birgit Keil en la Akademie des Tanzes de Mannheim (Alemania), donde recibió el diploma de Bachelor of Arts. “Tuve diferentes tipos de beca, pero la más intensiva fue en Alemania”, recuerda el bailarín que además fue becado a la Argentina y Chile.
CARRERA. Para Ana Villalba, el sinónimo de bailarín es el sacrificio, esfuerzo y la dedicación. “Cuando se elige esta carrera, uno debe motivarse cada día para responder a la exigencia. Es un trabajo difícil. Esos diez minutos que te toca bailar en el escenario, conllevan como 100 horas de mucho empeño”, explicó.
Para Miranda, “en líneas generales” todos tienen la oportunidad de hacer de todo, “pero depende de la disciplina, el empeño que uno ponga, cuanto se está detrás de lo que uno quiere hacer”, complementa.
EN PARAGUAY. Ambos bailarines coinciden en que Paraguay tiene talentos de exportación. “Cada año que venimos, vemos el talento en Paraguay, y condiciones para formar bailarines para cualquier parte del mundo”, dice Villalba.
En tanto que Miranda opina: “Hay un potencial infinito para trabajar con los niños y jóvenes”, afirma.
Sin embargo, ambos consideran que existen falencias a subsanar. “Tenemos que sacarnos la timidez. Comparando con otros bailarines jóvenes internacionales, nosotros no creemos tanto en nuestro potencial, siendo que no tenemos nada que envidiar. En cambio, hay un problema en la actitud ganadora”, explicó la bailarina, que observa a niños entre 10 y 12 años en Europa acostumbrados a la presión de las competencias y sobre exigencias. En opinión de Julio Miranda, al país le hace falta tener mayor flujo de capacitación internacional. “Que vengan más maestros de afuera, coreógrafos, y que sea constante, no ocasional. Esto elevará el nivel. También es útil que los alumnos participen de competiciones internacionales”, dice.
RECOMENDACIONES. Julio Miranda señala la importancia de que el bailarín tenga la capacidad de reinventarse, o “rehacerse”, tras las caídas (problemas); “hay altos y bajos, pero es parte de la vida del bailarín”, afirma.
Ana, en tanto, considera la necesidad de “dejarles madurar más temprano” a los niños si queremos que compitan a nivel internacional. “En cualquier parte del mundo, si están enfocados en una carrera como esta, ‘vuelan’ desde muy chicos los niños”, añade.
Sin embargo, aclara que aconsejar al respecto es riesgoso. “Cada quien es diferente, y lo que a uno le puede ser útil como consejo a otro no. Desde mi experiencia, pasa por buscar su propio camino”.
Igualmente, Julio considera que es sumamente importante la educación desde temprana edad para que los niños valoren el trabajo local. “Si no valoramos lo que somos, nadie en el exterior lo hará. Eso debe empezar aquí, y pasa por el apoyo de la gente, que lleven a los chicos al teatro a ver y valorar lo que se hace en el país y a sus artistas”.