Según Harms, la arenga se dio días atrás en la localidad de Yatytay, Departamento de Itapúa, durante las manifestaciones campesinas que se registraron por más de 20 días y que tuvo su epicentro en Asunción y en varias otras localidades del interior del país.
“El pueblo paraguayo tiene que pedirle su renuncia (a Cartes), porque está de balde en el Gobierno. Es hora de que se dé cuenta de que no hace nada”, expresó el cura católico ante los labriegos.
Admitió que hacía mucho tiempo que se quería expresar de esa manera y que lo venía realizando en la iglesia, pero que en el templo muy pocos lo escuchaban.
“Un sacerdote tiene que hablar de lo lindo y de lo feo, por eso vengo a hablar con ustedes, no con la intención de hacerme el caudillo, sino para aportar mi grano de arena”, expresó Martínez ante el aplauso de los labriegos.
Pidió a los campesinos que “no se dejen joder, ni se dejen engañar por los explotadores del país”. “La lucha debe seguir hasta que consigan sus pedidos y si no consiguen declaramos guerra y sin derramar sangre que renuncie (Cartes)”, remarcó.
El sacerdote Martínez fue uno de los 12 curas católicos que se habían pronunciado en el 2012 en contra del juicio político a Fernando Lugo.
Los sacerdotes habían firmado un documento brindándole su apoyo al ex obispos y habían tildado el juicio político de golpe parlamentario. Martínez se definió entonces como “un cura campesino que repetía el clamor del pueblo”.
que se lance a la política. Harms cuestionó ante la plenaria la actitud del sacerdote a quien acusó de desviar su camino y solicitó a la Conferencia Episcopal Paraguaya (CEP) que lo vuelva a encaminar a la vida pastoral. “Un pastor de la Iglesia, cuya misión es evangelizar, pide declarar la guerra. Que busque enseñar la palabra de Dios y no buscar la división, y si quiere entrar a la arena política que deje la sotana”, le desafió el diputado itapuense.
En defensa del sacerdote se manifestó el liberal Olimpio Rojas, quien dijo que Martínez es caazapeño y lo calificó como un “progresista que trabaja con los sectores más vulnerables de la sociedad”.
Agregó que cuando en un sistema político republicano democrático y participativo, las instituciones no funcionan y no hay respuestas para los reclamos, el Gobierno se debe acostumbrar a escuchar voces discordantes como la del sacerdote Martínez.