Hay que cambiar todo para que todo siga igual. Esta es la frase de un personaje de la novela El gatopardo, que dio origen a la expresión gatopardismo: mucho ruido, mucho cambio aparente, para dejar las cosas como estaban. En el caso del Brasil, se trataría de la corrupción, de acuerdo con una conversación telefónica entre el senador Romero Jucá y Sergio Machado, ex presidente de Transpetro, empresa estatal brasileña; la conversación se dio semanas antes del apartamiento de Rousseff. Con el reemplazo de Rousseff por Michel Temer, el senador Jucá se convirtió en ministro de Planificación, y se retiró del cargo al conocerse su conversación, grabada subrepticiamente y publicada en Folha de São Paulo (http://m.folha.uol.com.br/poder/2016/05/1774018-em-dialogos-gravados-juca-fala-em-pacto-para-deter-avanco-da-lava-jato.shtml?mobile).
Tanto Jucá como Machado reconocieron que la grabación es auténtica, pero se disculparon con que se interpretaron sus palabras fuera de contexto, porque ellos no dijeron lo que se pretende hacer creer: en ningún modo pretendieron ellos detener la investigación de corrupción; no se referían a eso cuando hablaban de parar la “sangría” o “porra”. Sin embargo, el procurador general está detrás de ellos; el nuevo ministro se fue, y su interlocutor Temer puede enfrentar un proceso penal como “cajero” de ciertas operaciones ilegales de políticos.
¿Qué dice la grabación? En lo esencial que, para detener las investigaciones del affaire Lava Jato, dirigidas por el juez Sergio Moro, es necesario destituirla a Dilma; con el cambio de gobierno, la opinión pública se va a dirigir hacia otra cosa, y los procedimientos van a perder fuerza. En la grabación se oye decir a Jucá que él habló sobre el asunto con ciertos miembros de la Corte Suprema (no dice quiénes), y ellos le dijeron que esa “porra” (porquería) no iba a parar, ni la prensa iba a quedarse tranquila, mientras Dilma siguiera en el gobierno. También dice Jucá que él habló con ciertos altos jefes militares, quienes le aseguraron que iban a impedir que los grupos de izquierda crearan disturbios si la destituían a Dilma.
Machado, según la grabación, estaba preocupado porque el juez Moro no iba a dejar piedra sin remover, y ahí podía caer él, y con su caída arrastrar a los demás, incluso a Jucá (“aí fodeu para todo mundo”). Jucá le responde que el asunto no debía quedar en manos del juez, y que la manera de evitarlo era buscar una solución política, que venía a ser ponerlo a Temer en lugar de Dilma. “Tem que mudar o governo para estancar essa sangría” (hay que cambiar el gobierno para detener esa sangría). Poco después de la charla, comenzaron las tratativas entre los dirigentes de la oposición, y se llegó al resultado conocido: Temer, con varias acusaciones de corrupción, formó un gabinete con siete ministros corruptos.