A la par del crecimiento de la población penitenciaria y el hacinamiento en las cárceles, las estadísticas de la misma Policía Nacional señalan que también hubo un aumento de la cantidad de robos.
Actualmente hay más de 12.000 presos en todo el país, 78% de ellos sin condenas, y paralelamente los robos en Paraguay en el 2015 aumentaron en un 19% en relación al año anterior. Las cifras, que fueron difundidas por el mismo Estado, dejan bien claro una cuestión simple, pero difícil de reconocer: con encarcelar a más personas no se logra disminuir las tasas de criminalidad.
Estos números también revelan cómo el sistema penitenciario, que duplicó su población penitenciaria en los últimos cinco años, sigue un único camino hacia el colapso, mientras que las políticas de seguridad tampoco logran mantener seguras las calles.
Al ser consultado sobre este aumento de la cantidad de robos, días atrás el subcomandante de la Policía esgrimió la siguiente explicación: “El gran problema por el cual muchas veces alzamos nuestra voz de protesta es que enseguida recuperan su libertad delincuentes, muchas veces con antecedentes inclusive, cuando son puestos a cargo de la Justicia”.
El comisario Luis Marecos también señaló que otro factor del aumento de la delincuencia son “los jóvenes que no quieren trabajar”. Este último dato no fue apoyado por ninguna estadística o hecho que permita suponer que es real.
La supuesta rapidez con la que los detenidos recuperan su libertad no es un argumento nuevo. Desde hace años, quizás décadas, los jefes policiales de turno se quejaron de la celeridad de los jueces al liberar a los delincuentes.
La nueva ministra de Justicia llegó con un anuncio importante: la construcción de más cárceles, entre ellas una prisión de máxima seguridad en Presidente Hayes en el plazo de dos años. Carla Bacigalupo también recurrió a un discurso harto conocido: una de las causas principales del hacinamiento en las cárceles es el abuso total de la prisión preventiva de parte de jueces.
Por un lado, nos dicen que los jueces liberan muy rápido a los detenidos y, por otro, cuestionan que tanta gente sea encarcelada como medida preventiva. Lo peor es que hace años escuchamos los mismos argumentos desde ambas instituciones.
La solución a la inseguridad y el hacinamiento en las cárceles deberá, necesariamente, comprometer a todos los poderes del Estado para atacar todos los factores de la criminalidad. Una frase atribuida (erróneamente) a Albert Einstein nos puede servir: “Locura es hacer siempre lo mismo y esperar resultados diferentes”.