30 abr. 2025

“Creímos que Carolina iba a estudiar y convertirse en alguien importante”

Los únicos familiares de Carolina Marín recordaron que la pobreza los obligó a entregar a la menor a los tutores, imputados por su crimen. Hoy, en el primer aniversario de su muerte, exigen justicia.

Un altar.  Una foto recién recuperada, velas y la Virgen de Caacupé adornan el altar de Carolina. Sus familiares no tienen ninguna pertenencia de la menor como recuerdo.

Un altar. Una foto recién recuperada, velas y la Virgen de Caacupé adornan el altar de Carolina. Sus familiares no tienen ninguna pertenencia de la menor como recuerdo.

Virgilio Cáceres

@VirgilioCceres

Carolina Marín tendría que tener 15 años de vida. Lejos de festejar otro cumpleaños más, hoy se recuerda el primer año de su trágica muerte en manos de sus propios tutores en Vaquería, Departamento de Caaguazú. Los únicos parientes que tuvieron por última vez contacto con ella cuando tenía tres años hablaron y recordaron la triste historia de su familia y de su trágico final. “De la muerte de Carolina nos enteramos al día siguiente a través de la prensa”, recordaron.

Doña Valentina, tía de Carolina, relató que la familia quedó desmembrada desde que la mamá de la menor, su hermana, los abandonó. Luego, contó que ella murió ahogada en Tacuatí, San Pedro.

“A Carolina la rescaté de la casa de mi mamá, porque ya era muy anciana. Era muy chica, pero somos de escasos recursos, no podía mantenerla, tampoco a sus hermanos. En un principio la llevaba conmigo en el carrito para vender frutas en el barrio, se quedaba dormida en medio del calor y eso me tocó el alma. Analicé mi caso, soy pobre, no tenía recursos para mantener los gastos y fui a contar en la iglesia del barrio la realidad”, expresó, muy sentida, doña Valentina Marín.

Comentó que tomó la difícil decisión de entregar a la niña a los sacerdotes, porque no quería que fuese objeto de maltratos en ninguna familia en donde eventualmente fuera destinada. Luego de que les encomendó a los curas la menor ellos la llevaron a un hogar, porque ya pasaba hambre –al igual que sus cinco hermanos, todos distribuidos en diferentes familias–. Los chicos no tenían documentos y no conocían al padre, que –según dijo la tía– era alcohólico.

“Nos ilusionamos porque creímos que Carolina iba a estudiar y convertirse en una persona importante, porque fue con una familia que tiene dinero, pero la mataron a golpes”, recordó, al momento de pedir que Ramona Melgarejo y su pareja, el militar SR Tomás Ferreira Rojas, en cuya casa vivió de criada, reciban el castigo ejemplar por el acto violento del que son acusados.

“Estoy traumada; desde la muerte de mi sobrina tengo problemas del corazón. Cada vez que subo en el carrito para trabajar veo su rostro, le rezo y me encomiendo a ella”, explica visiblemente afligida doña Valentina.

CONTACTO. El primo de Carolina, Miguel Giménez Marín, manifestó que la familia recibió dos veces la visita de la adolescente y su tutora, pero que después perdieron comunicación. Recordó que en la mañana de ese 20 de enero del año pasado un supuesto beso entre la menor y un albañil que trabajaba en la casa de la pareja desató la ira de los tutores y estos le propinaron una golpiza a la adolescente.

Carolina agonizó cuatro horas en la habitación a causa de traumatismos múltiples y luego murió en el hospital. La enterraron prácticamente en secreto de sus allegados.

Los vecinos de Vaquería, luego de la tragedia, rompieron el silencio y revelaron que la niña era esclavizada y maltratada desde siempre por los padres adoptivos.